MARÍA MERCEDES TENTI
En
2001 fui convocada por Juan Rafael para presentar este libro, Los caminos del poder, editado ese año,
fruto de su ininterrumpida labor como escritor, que nos habla de largas horas,
no sólo de escritura, sino fundamentalmente de lecturas y meditación de tantos
temas que hacen a la conformación de nuestro pueblo como nación y como Estado
soberano.
Su
otra gran vocación, la de político comprometido con los ideales nacionales que
lo llevó a ocupar distintos cargos en la función pública, se amalgama con la de
escritor y periodista para buscar, a través de otros medios alternativos, la
llegada a ese público ciudadano al que dirigía en general su obra.
Digo
público ciudadano, no porque esté restringida hacia un público determinado,
sino por el contrario, considerando como tal a todos lo que ejercemos o
deberíamos ejercer todos los días
nuestro poder ciudadano inmersos en una democracia verdaderamente participativa
y sustentada en la opinión pública.
¿Qué
nos muestra Juan Rafael a través de ¨Los caminos del poder¨? Nos muestra los
vericuetos del poder mismo cruzado de ambiciones personales y colectivas, de
ideas que benefician a todos o a unos pocos, de propuestas enaltecedoras y de
otras opacada por las ambiciones personales, de procedimientos probos y de
mentiras y trampas.
Su
género es difícil de definir: es quizás una conjunción de ensayo, crítica
periodística y libro de historia. Para el caso no interesa, como tampoco
interesa el ordenamiento del libro, sólo formal, ya que para leerlo no se
requiere seguir un orden. Puede simplemente abrirse una página al azar y
comenzar a leer a partir de un título ya que cada texto tiene sentido en sí
mismo; tiene principio, desarrollo y final.
Esta
forma de presentación, aparentemente ambigua, torna sin embargo atrapante la
lectura, ya que cada uno puede seleccionar los temas de su preferencia y
continuar hacia delante o hacia atrás en una especie de ¨Rayuela¨ que, a pesar
de las marchas y contramarchas, conduce siempre al ¨cielo¨, en este caso, la
propuesta final del autor, sus deseos más íntimos.
El
abordaje de la historia es para Juan Rafael un recurso importante, ya que
busca, a través de la comprensión del
pasado, poder entender el presente y quizás avizorar un futuro mejor que el que
se presenta ante nuestros ojos. Por ello la relación pasado – presente es una
constante que va y viene en cada una de las partes de este rompecabezas que
busca armar un ¨modelo¨ de estado – nación ideal que satisfaga a todos los
argentinos por igual, sin distinción de ninguna naturaleza.
En
el fondo subyace la defensa de la Política con mayúsculas, de la política
pregonada por grandes hombres que ayudaron a construirla, como Alem, Irigoyen,
Palacio, Perón, Frondizi. Contiene en lo profundo un sentido moralizador que
busca desentrañar la ética de la política. Para ello recurre a la actuación de
los grandes hombres que hicieron nuestra historia. A pesar de ello, no debe
pensarse que por centrarse en los grandes personajes el autor recurre a formas
tradicionales de hacer historia. Lo novedoso radica precisamente en la forma de
encarar sus trayectorias.
Indaga
en las propias palabras de los políticos las claves para interpretar las
distintas épocas que les tocó protagonizar y las que las siguieron. ¨El
político, afirma, tiene la laboriosidad y pertinencia de la araña, que
recompone a cada instante su tela¨, por ello la tarea no es sencilla. Su
interés radica en comprender a la política a través de los políticos en su
pensamiento y acción.
Recorre
los caminos de la historia argentina a partir de la conformación del Estado. En
el ¨orden conservador¨, en el que las fórmulas prescriptivas estaban más allá
de las normativas y en el que el fraude, el nepotismo y los intereses
personales prevalecían por encima de los generales, rescata individualidades
que plantean el respeto por la ley y la búsqueda de la equidad como Carlos
Pellegrini, Alfredo Palacio o Hipólito Irigoyen antes de asumir la
presidencia. Por ello afirma que ¨la
experiencia y el ostracismo, grandes maestras de la política, ¨hermanan¨ pasión
y cautela¨, en una conjunción dialéctica.
Rafael
quiere mostrar a los ¨grandes¨ hombres como fueron, con su temperamento, su
elocuencia, sus errores, lo que esconden más allá de las palabras frías o
ardorosas. Trata de rescatar su legado como ejemplo a seguir para las nuevas
generaciones. Por ello cree necesario mostrar también los ¨vicios de la
política¨ para intentar demostrar que no por ser de larga data, no pueden
modificarse.
Si
bien recrea la historia desde la perspectiva de los políticos destacados,
cambia el ángulo de observación tras la búsqueda de las intimidades del poder,
intimidades en el sentido de conversaciones íntimas o discursos pronunciados
ante un nutrido auditorio o frente a pequeños núcleos de amigos o compañeros de
ideas. Muestra las actitudes públicas y privadas que conforman la personalidad
de cada uno de los protagonistas y el compromiso que asumieron ante el pueblo
que los eligió y ante sus propias convicciones.
Juan
Rafael no reniega de su propio pasado político. Se hace cargo de él. Por eso
afirma sin vacilaciones: ¨Todos tenemos pasado¨. Sin embargo, su
preocupación se centra especialmente en el presente y en la proyección de su
mirada hacia un futuro poco claro pero no por ello desesperanzado. Como
político, como historiador, como periodista, le preocupa el presente del pueblo
argentino, de los pueblos de América Latina que sufren el ajuste neoliberal en
lo que más duele, en la salud y en la educación. Le inquieta los modos en que
se conforma y consolida la idea de nación con sus vacilaciones y fortalecimientos y finalmente le preocupa su
conformación futura en esta nueva era de globalización en la que los países que
menos tienen están sujetos cada vez más a los vaivenes de los países poderosos.
Juan Rafael: (1924-2007): Abogado santiagueño, destacado
político, escritor e historiador.
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