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miércoles, 26 de octubre de 2011

APORTE DE SANTIAGO DEL ESTERO A LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN DESDE EL DISCURSO HISTORIOGRÁFICO DE ALEN LASCANO

María Mercedes Tenti

Panel en Homenaje a Alen Lascano 
en el primer aniversario de su fallecimiento 
Hoy trataré de analizar un aspecto poco indagado de la obra de Luis Alen Lascano, que es el aporte de Santiago del Estero a la construcción de la nación, visto desde su discurso historiográfico.
Su discurso fue construido desde el mito fundacional ya que indaga en los orígenes hispánicos de la ‘madre de ciudades’, de la ‘noble y leal ciudad’,  que no necesita, a su juicio, revalidar sus títulos y distinciones. En consecuencia, no interesa tanto quién es el fundador, preocupación que le inquietaba al historiador en un primer momento. Frente a los nuevos documentos sobre el tema, sacados a la luz en la década del 90’, emite su veredicto: Santiago del Estero y El Barco constituyen una continuidad histórica, una misma ciudad. Eso no le resta méritos, por el contrario, acentúa el esfuerzo de la gesta hispánica por mantener a Santiago del Estero  en un punto nodal para el poblamiento, comunicación, comercio y expansión hacia los cuatro puntos cardinales. En el relato queda plasmada su preeminencia como primera ciudad fundada en territorio argentino, cuna de la evangelización, de la educación, de la industria, sede de la primera gobernación, del primer obispado, germen de la primera universidad.
A partir del proceso revolucionario le interesa a Alen colocar a Santiago en un lugar de privilegio dentro del concierto nacional, más allá de las luchas intestinas que, en la mayoría de los casos, la hicieron permanecer en los márgenes de la arena política, económica y social del país en construcción. Enfatiza la figura de Juan Francisco Borges como precursor de la autonomía, aún antes del proceso autonómico, para centrar su atención en la imagen rectora de Juan Felipe Ibarra, gestor de la autonomía provincial, detentor de los principios federales,  aliado de Rosas. Con ‘Juan Felipe Ibarra y el federalismo del norte’ Alen Lascano entra por la puerta grande del revisionismo histórico argentino.
Como contraposición a la etapa ibarrista señala la contra-cara del federalismo en la provincia, los Taboada, liberales, aliados de Mitre, aunque supieron virar de alianzas según las circunstancias; los contra-héroes se oponen al héroe provincial.  A pesar de su postura antiliberal en este caso,  destaca luego, hacia fines del siglo XIX y principios del XX, las políticas liberales de Absalón Rojas y Antenor Álvarez, hombres que, desde su perspectiva, bregaron por restablecer a la provincia su destino de grandeza cercenado, aunque resultara nuevamente frustrado por injerencias externas, ajenas al ámbito local.
Como radical de ideas y militancia destacó el proceso de gestión, desarrollo y llegada al poder del radicalismo en la provincia, sin evadir los conflictos internos y las pujas de poder. Para Alen Lascano fue Santiago Maradona quien pudo plasmar a nivel local las ideas yrigoyenistas, aunque, una vez más, las iniciativas de cambio fracasaron como consecuencia del golpe de estado de 1930.
La segunda mitad del siglo XX está narrada sólo en treinta páginas de su voluminosa Historia de Santiago del Estero. Quizás no pudo desprenderse de aquella concepción tan arraigada en los historiadores de su generación, de no incursionar en  lo que hoy denominaríamos historia actual o del presente. Posiblemente, le costaba tomar distancia de esa contemporaneidad que había transitado desde  la función pública, desde los medios de comunicación o desde la cátedra y de su participación directa como intelectual y ciudadano comprometido con su tiempo.
En la obra de Alen Lascano se advierte su preocupación por entender la conformación de la nación a partir de la afirmación de la provincia, de allí que privilegió su pertenencia local dentro del ámbito nacional. Contribuyó a la construcción de la santiagueñidad, que se construye de diferentes maneras, una de ellas,  destacando  aquellos santiagueños que trascendieron las fronteras de la patria chica y que proyectaron la provincia más allá de sus límites geográficos. Sin lugar a dudas, los comprovincianos ilustrados que se distinguieron en el ámbito de las letras, las artes, la política, la diplomacia, contribuyeron a dar brillo y lustre a ese ‘ser santiagueño’, enmarcado dentro de su concepción nacionalista como parte importante del ‘ser nacional’. Entre ellos se destacan figuras señeras que ocuparon un lugar distinguido: Di Lullo, además de su obra, por su filiación ideológica católica y nacional, de quien se sentía su discípulo; La Brasa como colectivo intelectual que hizo trascender las fronteras temporales y espaciales al pensamiento santiagueño; Andrés Chazarreta que llevó el nativismo a la escena nacional, revalorizando el folclore como síntesis de la tradición hispano-criolla-mestiza.
Quizás esas figuras ilustres lograron vencer, en parte, las barreras que impidieron la proyección que merecía Santiago del Estero en el ámbito nacional. En su narración aflora siempre la dicotomía no resuelta Buenos Aires-interior. A pesar de  los despojos que sufrió la provincia,  amenazada por los intereses ‘foráneos’ que hicieron decaer las antiguas producciones artesanales, extrajeron los bosques vírgenes nativos a través de las vías férreas -que sesgaron pueblos de antigua raigambre-, sobre la base de la explotación cruel en el obraje, para introducir no sólo productos manufacturas sino ideologías y costumbres extrañas; sin embargo, pese a todo, no lograron modificar la idiosincrasia santiagueña que se mantiene inalterable a través de los siglos. La primera ciudad fue fagocitada por la ciudad-puerto aluvional, por la política liberal centralista que ahogaba los federalismos provinciales y por los intereses extranjeros, sin embargo siempre Santiago emerge  gracias al esfuerzo permanente de sus hombres y mujeres, en pos de la búsqueda de un futuro mejor.
La identidad y la pertenencia local están dentro del componente nacionalista que atraviesa su obra. La identidad es básica en la reproducción cultural como productora de subjetividades. Alen Lascano fue protagonista y, a la vez, delineador del proceso productor de la identidad santiagueña. Su visión muestra la dualidad integración-diferencia, particularización-homogeneización entre la provincia y la nación, entre el interior y Buenos Aires, como un eje dicotómico de oposición.
Su relato identitario nace solidificado a partir de la etapa fundacional y es la emancipación el punto de inflexión en que el proceso centralizador de Buenos Aires acentúa, a su juicio,  la etapa de despojos para Santiago del Estero: la madre de ciudades que se desgranó en pos de brindarse a sus hijas, las otras ciudades fundadas a su costa y esfuerzo, la del pasado glorioso, despojada y no reconocida, la de su aporte silencioso a la construcción de la nación, a la que se había frustrado su destino de grandeza.
Alen Lascano, con la búsqueda de un espacio distintivo para Santiago del Estero dentro del concierto nacional, afianzó el proceso de construcción identitaria provincial a la par que, como historiador, reforzó  su propia legitimación nacional, alcanzando el máximo reconocimiento con su incorporación a la Academia Nacional de la Historia.
La obra de Alen a lo largo de su extensa producción historiográfica contribuyó a apuntalar el panteón de los héroes locales: el obispo Trejo y Sanabria y María de la Paz y Figueroa, por sus obras y sus raigambres criollas, Manuel Belgrano con su ascendencia santiagueña, Borges como precursor e Ibarra como realizador y consolidador de la autonomía provincial, los contra-héroes Taboada ejecutores del liberalismo en el norte, Rojas, Álvarez, Maradona, por sus realizaciones, a pesar que muchas terminaron frustradas. Del siglo XX destaca figuras como Homero Manzi y Ramón Carrillo en otros ámbitos, de la cultura y de la salud pública, que asentaron, aún más, la presencia nacional santiagueña.
La Historia de Santiago del Estero de Luis Alen Lascano contribuyó a consolidar el espacio provincial dentro de la historia de la nación argentina. Lo nacional está imbricado con lo provincial, la argentinidad con la santiagueñidad, se entrecruzan el foco identitario nacional con el local. Desde la conquista hasta nuestros días la historia local fue una historia de usurpaciones, pero, que no por ello, opacó la acción de sus hijos que lucharon por colocarla en un lugar que la distinguiera del resto del concierto nacional.
La visión totalizadora de la historia santiagueña de Alen Lascano, en la que se imbrican cuestiones políticas, sociales, económicas y culturales, logró, acabadamente, construir una historia global de la provincia, a través de un relato en el que se entrecruzan los acontecimientos nacionales como catalizadores o repulsores, como condicionantes o condicionados, pero que, sin embargo, no impidieron que la historia santiagueña cobrara, desde su perspectiva, vida propia. 
12 de octubre de 2011
Centro Cultural del Bicentenario

sábado, 22 de octubre de 2011

DEMONIO, RIQUEZA Y PODER. MITOS DE SANTIAGO DEL ESTERO Y TUCUMÁN de Griselda Barale y Rauúl Nader


Por María Mercedes Tenti


El trabajo de investigación Demonio, riqueza y poder, sobre  mitos del noroeste, en particular el de la ¨Estancia diabólica¨ en Santiago del Estero y el ¨Familiar¨ en Tucumán, en sus distintas versiones e interpretaciones, permite a Griselda Barale y Raúl Nader indagar sobre distintos aspectos de la cultura popular de la región, relacionados con hechos religiosos (que tienen que ver con la religiosidad popular), con acontecimientos históricos, con el ambiente físico, y en definitiva con la forma como se ven los individuos proyectados en el presente, tratando de construir, muchas veces como pueden, su futuro.
El esfuerzo es grande sin duda, ya que se trata de ahondar en un entramado social, producto de una sociedad, es decir en su cultura. Cultura en la que el símbolo ocupa un lugar importante y en la que lo simbólico no es un hecho individual sino, como afirman los autores, un hecho social y, en consecuencia, público y observable. Indagar el mito y lo simbólico, significa enfrentarse con algo que está oculto, subyacente, más allá de las exteriorizaciones o de las narraciones observables en forma directa. De allí la investigación, encarada desde distintas perspectivas analíticas.
Aquí el mito adquiere mayor importancia por cuanto es la forma a través de la cual los individuos pueden expresar por medio del lenguaje, un ¨mayor contenido simbólico¨. Como el mito es algo vivo y está presente en la vida de los hombres y de las mujeres desde sus orígenes, no sólo participa de la historia, sino que tiene su propia historia. El estudio de los mitos es encarado no solamente desde la categoría del propio universo mítico, sino también desde su proyección  en los individuos actuales.
El mito cuenta una historia sagrada y ejemplar, pero también plantea situaciones de crisis, de tensiones sociales, de injusticia. La verdad no estaría en lo que narra el mito, sino en la situación de injusticia. El mito adquiere así un carácter de denuncia. La verdad no está en lo que expresamente narra el mito, sino en lo que subyace en él. El mito le da a los individuos una visión propia de su entorno, de sus vidas, del mundo que los rodea. Los mitos anteceden las acciones de los seres humanos; desde su lenguaje simbólico les indican cómo establecerse en el mundo; constituyen modelos ejemplares de comportamiento para la vida humana.
Para Joseph Campbell, el mito cumple cuatro funciones importantes dentro de una cultura: 1º) Función mística: a través del mito el hombre puede acercarse a lo sagrado, al mundo de los dioses; 2º) Dimensión cosmológica: relacionada con la ciencia, el mito le proporciona al individuo un conocimiento especial sobre el mundo y sobre sí mismo; 3º) Función sociológica: el mito otorga un orden, un cosmos, y estipula particulares formas de vida y de relación entre los hombres; 4º) Función pedagógica: el mito puede enseñar cómo vivir una vida con un sentido y un fin último.
Los relatos de la  ¨estancia diabólica¨ con el toro diablo, la planta de plata o el toro Supay permiten vislumbrar un contexto geográfico y cultural, delimitado por los autores luego de sus investigaciones en archivos y de entrevistas a distintos estudiosos del tema y a antiguos pobladores de zonas próximas al escenario en donde se desarrollaron supuestamente los hechos transmitidos en forma oral y aún vigentes en el imaginario colectivo.
Paralelamente se van desgranando las formas de producción y de vida según las distintas actividades productivas, que tienden a explicar el relato mítico como un paradigma hermenéutico de lo que ocurrió en Santiago del Estero a lo largo de su historia: ¨la prosperidad inicial termina en la pobreza y el éxodo¨.  Esto se pone de manifiesto no sólo en los relatos míticos sino también en la interpretación de los historiadores. Hay muchas coincidencias: el paternalismo, la relación de dependencia de los obreros al patrón, la organización socio – económica, la personalidad del patrón de la estancia, con la que los autores de la obra trazan un paralelismo con la de Felipe Ibarra, etc.
En el noroeste está arraigada la creencia de que quien alcanza riquezas, fama, fortuna y poder es gracias a un pacto con el demonio. El origen probablemente podamos encontrarlo en la conquista española por los aportes de la religión católica. Para concretar el pacto, hay que superar unas pruebas de iniciación que son muerte y resurrección; muerte del viejo orden simbólico y resurrección a un nuevo orden simbólico con quien se realiza el pacto.
Con el Familiar sucede algo similar. El dueño del ingenio Santa Ana también consiguió su riqueza gracias a un pacto con el diablo; también un representante del demonio, perro o víbora, se alimenta de seres humanos. El mito tiende a comprender situaciones de riqueza desmesurada como en los ingenios del noroeste (aunque podrían ser también nuestros obrajes), y situaciones extremas de explotación y pobreza de los trabajadores. La desaparición de peones, la mayoría de las veces santiagueños, en las fauces del perro negro, diablo o mula negra, denuncia en el fondo la injusticia social. Fantasía y verdad se entremezclan.
Junto a la narración fantástica está el relato que deja traslucir la verdad de la explotación inhumana de los trabajadores, y así, en el fondo, pasa a ser una denuncia. El mito tiene, de este modo, un sentido social, pues muestra a la sociedad tradicional, campesina, amenazada por un sistema de dominación capitalista, llevado a cabo por extranjeros o personas ajenas a la región. El hombre del lugar deja de lado sus hábitos campesinos para convertirse en nómade, en peón golondrina.
Los autores sintetizan el sistema de oposiciones que permanece constante:
-          Pacto con el demonio, riqueza y pecado – Sacrificio, pureza, salvación, fin del pecado.
-          Abundancia – Pobreza.
-          Bienestar – Miedo y sufrimiento.
-          Paternalismo – Explotación.
Aquí encontramos el punto de confluencia de los dos mitos. Ambos describen un lugar paradisíaco, con riquezas naturales y cierto equilibrio social y ambos terminan con la miseria, la destrucción del paisaje y un gran desequilibrio social. El mito del forastero (inglés, porteño, etc.), portador del progreso,  está presente en los dos, al igual que el mito del pacto con el diablo.
Para los autores  el territorio de la estancia es el territorio de Santiago del Estero. La interpretación mítica a veces coincide  con la interpretación de los historiadores locales, de la historia provinciana. Trazan una correlación entre Nicu Argañaraz, el dueño de la estancia y Felipe Ibarra, el ¨dueño¨ de la provincia durante treinta años, el patrón de la gran estancia llamada Santiago del Estero.
Claude Lévi – Strauss, en Mito y significado se pregunta, cuando hay dos relatos de un mismo hecho, dónde concluye la mitología y comienza la historia. En ambos casos el relato comienza con un lugar paradisíaco, con abundantes riquezas naturales y una vida plácida y equilibrada y termina con la tristeza, el abandono, la miseria y el desequilibrio social.
El mito del paraíso perdido y la añoranza de un tiempo mejor, cobra vigencia. La vida de los seres humanos es como un juego permanente de pérdida y recuperación de lo sagrado. Lo humano está atravesado por lo trascendente y por fuerzas que no se pueden manejar. El paraíso que se puede construir desde un pacto con el diablo es un paraíso infernal cuya culminación será la muerte. El pecado de querer ser tan poderoso como Dios, de tener riqueza y poder, puede alcanzarse a través del pacto, pero su precio es la muerte.
Los relatos histórico y mítico se enfrentan en una estructura con marcadas oposiciones:
-          Comienzos ricos – finales pobres.
-          Equilibrio social – desequilibrio social.
-          Extranjeros – Lugareños.
-          Exterior – Interior.
-          Pactos provechosos – Sacrificios dolorosos.
-          Fertilidad – Aridez.
-          Comunidades organizadas – Éxodo.
-          Obediencia/protección – Desobediencia/Destrucción.
Los mitos obligan a hombres y mujeres ¨a enfrentarse con sus miedos, frustraciones, esperanzas y deseos más profundos¨, afirman los autores; ¨Los mitos poseen la capacidad de expresar las reglas de juego de una sociedad¨, agregan. El discurso mítico permite conocer cómo una sociedad se piensa a sí misma. Un mito más que ofrecer respuestas plantea preguntas. A través de él el hombre se piensa a sí mismo y puede encontrar salida a situaciones de injusticia por las que atraviesa.
Pensar la dimensión simbólica significa ¨ que no todo es fatalmente para siempre, que a la muerte le sigue la vida, que a la opresión le sigue la libertad, que a la ignorancia le sigue el conocimiento. Que al dolor y el sufrimiento pueden seguirle la paz y la felicidad¨. Ese es el mensaje esperanzado del mito.
Los rituales son una veta de gran riqueza para interpretar los hechos, tanto los reales como los existentes en el imaginario colectivo. Estas vetas atraviesan la vida política, social y doméstica y permean a las clases sociales y a los poderes públicos. Pueden desarrollarse en el campo o en la ciudad, y detrás de los comportamientos observables en la reproducción del ritual, hay en el interior prácticas colectivas que subyacen ocultas pero que se vislumbran.
El símbolo también ocupa un lugar importante en el estudio de una cultura. Lo simbólico no es un hecho privado, propio de las mentes de los sujetos, es por el contrario, un hecho social, y al serlo es observable. Lo simbólico si bien es parte de  los hechos históricos y sociales,  trasciende, se convierte en un segmento de hechos ahistóricos y pasa a ser parte del fundamento de una cultura. Lo simbólico surge como algo muy importante a tener en cuenta. Y el mito, a criterio de los autores, es una de las expresiones donde el lenguaje humano encuentra mayor contenido simbólico. Considerar al mito como algo vivo dentro del ámbito de una sociedad, implica el abordaje a un centro simbólico de gran contenido.
En el campo de la cultura popular, si bien parecen contrapuestos los planteos de la historia social (por naturaleza diacrónica) con los de la antropología (de carácter sincrónico), ambas se enriquecen entre sí, mientras la filosofía actúa como la intermediaria entre una y otra. Tomando conceptos de Edward Palmer Thompson, en el romance entre la antropología social y la historia social, la filosofía actúa como la Celestina. Aquí hay una concepción pluralista e interdisciplinaria de la ciencia.
La comprensión y recuperación de mitos y rituales de la cultura popular, ayudan a comprender las características sociales y culturales del pueblo que los crea. Permiten, no tanto la construcción de modelos explicativos, sino más bien la percepción de problemas antiguos con miradas renovadoras, la localización de nuevos problemas, el énfasis sobre normas o sistemas de valores y rituales, expresiones simbólicas de la autoridad, el control y la hegemonía, etc.
A veces las costumbres y los rituales, juntos con las manifestaciones de los mitos, son observados por los antropólogos desde arriba, desde su posición de clase,  arrancados de su contexto social y cultural y en algunos casos, comparados con otros pertenecientes a culturas y épocas distintas.
Lo que buscan Griselda Barale y Raúl Nader en esta obra es reexaminar antiguos mitos recogidos por la tradición oral y por otros autores, recrear versiones recientes de antiguos pobladores y hacerles nuevas preguntas tratando de recuperar las creencias que los inspiraron; recuperar pasados estados de conciencia, reconstruir la trama de las relaciones sociales entremezcladas en los mitos y buscar nuevas interpretaciones.
Los procesos de larga duración sólo pueden ser entendidos dentro del contexto de una sociedad cuya trama se origina en la suma de vidas domésticas. Algunos mecanismos propios de una sociedad pueden entenderse mejor a través del estudio de sus ritos y creencias. De esta manera se pueden recuperar distintos aspectos de la cultura popular. El diálogo entre disciplinas conexas se convierte así en una necesidad acuciante.

sábado, 1 de octubre de 2011

ORÍGENES DEL ASOCIACIONISMO ITALIANO EN SANTIAGO DEL ESTERO


MARÍA MERCEDES TENTI

Entre 1876 y 1914 poco más de dos millones de italianos desembarcaron en Argentina, aunque buena parte de ellos retornó al cabo de un tiempo a su país de origen. Santiago del Estero no recibió demasiado caudal inmigratorio, a pesar de que se instaló a fines del siglo XIX una oficina con el propósito de alentar la radicación de extranjeros, agricultores especialmente. En el censo de 1914 había en la provincia 2.807 extranjeros, de los cuales 1.093 eran italianos. Si bien la inmigración fue escasa, en el período de la gran inmigración la mayoría de extranjeros que ingresaron a la provincia fueron italianos. El retraso en el ingreso de la inmigración en Santiago se debió a la demora en la   construcción de vías férreas y a la poca inserción de la economía provincial en el mercado mundial capitalista.
Sobre los italianos radicados en Santiago escribieron Amalia Gramajo de Martínez Moreno y Antonio Castiglione, en esta última etapa. Como señala la primera, la entrada se produjo en cuatro áreas siguiendo el tendido de las vías férreas en la provincia. La primera a partir de 1873 con la construcción del ferrocarril Córdoba-Tucumán, procedente de Rosario: se ubicaron en Frías, Laprida, Zanjón, Contreras. La segunda área del sur al centro, con el trazado del ferrocarril Central Argentino y se ubicaron en Selva, Pinto, Icaño, Fernández, Beltrán, La Banda. La tercera área del Este-Centro, desde Santa Fe por la margen izquierda del río Salado (FC Gral. Belgrano), por el Chaco santiagueño: Tintina, Campo Gallo, Quimilí, Colonia Dora, Añatuya, Suncho Corral, Matará. La cuarta área del centro-sur, penetró por el FCCA por el sur desde Córdoba y se ubicaron en Ojo de Agua, Sumampa. También estuvieron quienes se establecieron en la capital de la provincia y en Termas de Río Hondo, provenientes de Tucumán.
En general, los italianos que quedaron en la Argentina generaron una gran cantidad y variedad de instituciones étnicas con objetivos que iban desde de la ayuda mutua a la enseñanza de la lengua italiana, pasando por la beneficencia, actividades deportivas y culturales. Las instituciones de inmigrantes desempeñaron un rol importante, si bien diverso, en el desarrollo de las comunidades italianas. En el proceso de adaptación al nuevo ambiente muchos adhirieron a una variedad de organizaciones.
Las instituciones en general eran abiertas, representativas y ligadas entre sí y contribuyeron a fortalecer el desarrollo de las comunidades. Las sociedades de ayuda mutua eran las más importantes. Los italianos se incorporaban a ellas en gran número y funcionaban como agencias de seguros, centros de actividades sociales y salvaguardas de algunas formas de la cultura de su patria de origen.
Surgieron dos tipos de asociaciones, las de base étnica y las de oficios o políticas.  Las primeras asociaciones de carácter étnico en Santiago del Estero fueron la Sociedad Italiana Unione e Fratellanza, fundada el 26 de agosto de 1896 en la ciudad capital, aunque en la década del 80 se había formado una sociedad de las mismas características en la Estación Únzaga (Frías). Los fundadores de la Sociedad Italiana fueron entre otros, Eugenio Billoni, Antonio Barbieri, Guiseppe Bonacina, Giovanni Castiglione, Augusto De Mitri, Antonio Di Lucca, Giovanni Di Lullo, Cristanciano Falcione, Giusepe Filippa, Giovanni Maiuli, Miguel Maiuli, Pasquale Mayuli, Giovanni Pardi, Alfredo Ricci, Emilio Salvi, Cesare Simonetti, Rodolfo Tarchini, Ángelo y Vittorio Terrera, Cesare Viena y Andrea Vergottini.
No existen datos de los socios fundadores de la Sociedad de Socorros Mutuos entre Italianos de Frías, aunque Castiglione afirma que su primer presidente fue una mujer, Tudina Menghetti y que la integraban, entre otros, Francisco Monti y Luis Lasagna. En 1922 se fundó la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Cristóforo Colombo de La Banda, de corta duración. Su primera comisión directiva estaba integrada por Ángel Arpa, Santiago Catálfano, Arturo Venturini, Juan della Schiava, Ángel Sampieri y otros. En 1925 en Añatuya, un grupo de italianos fundó la Sociedad Italiana Príncipe Humberto de Savoia, entre sus fundadores se encontraban Pedro Varaldo, Ángel Bratti, Miguel Cavallo, Juan Cerutti, Vicenzo Oddo, Enrique Pincini, Rafael Ricci.
Poco entusiasmadas en la política o en las reivindicaciones de clase, estaban provistas de una fuerte solidaridad interclasista entre sus miembros. Sus socios eran italianos nacidos en cualquier lugar de la península itálica y entre sus objetivos, además de brindar ayuda mutua, estaba confraternizar entre los connacionales. El perfil social y ocupacional de sus miembros era también variado.
El carácter de las asociaciones era policlasista ya que nucleaba desde empresarios o profesionales a simples trabajadores no calificados. Esa coexistencia de sectores medios y bajos, de trabajadores manuales y no manuales está de acuerdo con la supremacía de la solidaridad étnica sobre la solidaridad de clases. Sin embargo, la mayoría de la elite dirigente de las asociaciones estaba compuesta por clases medias que ocupaban los principales cargos y trabajadores manuales en los cargos inferiores. Las causas por las cuales los trabajadores manuales, mayoritarios, elegían para dirigir a las instituciones preponderantemente a los trabajadores no manuales podrían estar vinculadas con motivos de prestigio y jerarquía social o con mayor disponibilidad de tiempo.
El fervor asociativo, que comenzó a expandirse desde la segunda mitad del XIX, engendró asociaciones con características nuevas que las distinguieron de las formas tradicionales de sociabilidad: fundamentalmente el carácter horizontal de las relaciones que se establecieron al interior de las mismas. Pero el hecho que las prácticas democráticas (asambleas y elecciones) cumplieran un papel central en su funcionamiento, no significa que en su interior no se formaran jerarquías y grupos de poder.
Un factor de peso en el origen de las asociaciones italianas -como en el caso de otras de características similares- fue el deseo de conservar rasgos de identidad acuñada en su país de origen: costumbres, tradiciones y una cultura propia. Los italianos en Argentina y en Santiago del Estero fueron adquiriendo cohesión como colectividad y conciencia como grupo étnico. Los aspectos políticos y religiosos eran excluidos de las actividades y deliberaciones, salvo las demostraciones de sentimientos patrióticos. En general eran sociedades pequeñas, si las comparamos con las del resto del país, que interactuaban a veces con las grandes sociedades nacionales.
Las sociedades de oficios dieron origen al movimiento socialista en Santiago del Estero, transformándose en instituciones de resistencia aunque sin abandonar la ayuda mutua. En 1898 se constituyó el Círculo Socialista de Obreros, conformado especialmente por italianos. El propulsor fue un italiano natural de Ancona, Pedro Piegiovanni que luego se trasladó a Buenos Aires. Ya en el siglo XX se fundaron Centros Socialistas en La Banda, Frías y Añatuya. En el Círculo de Santiago participaban italianos como Eugenio Pasarini, Fortunato Molinari, Gaspar César, Rómulo Rava y Tadeo Ugo. En La Banda Enio Cenci, Antonio Polarolo y Pedro Cacciolatti. En Frías, Domingo Minguetti, Domingo Collini, Humberto Niccólli y Carlos Negri.  La Federación Socialista se ocupaba también de la naturalización de los extranjeros y, además de sus actividades políticas, de acciones de beneficencia como peluquería obrera, centro de ayuda mutua, cooperativa de trabajadores, etc.
El doble carácter de mutualismo y de defensa de intereses profesionales y políticos muestra la ambigüedad de los objetivos de la organización por tratarse, la mayoría de sus integrantes, de extranjeros. Con el paso del tiempo derivaron en transformarse en asociaciones gremiales y políticas. Podemos clasificarlas, siguiendo a Fernando Devoto,  como sociedades de ayuda de raíz política. En general el socialismo estaba enmarcado en una línea de moderación y reforma y trató de impulsar el movimiento cooperativista, aunque sin mayores resultados en la provincia. Podemos decir que, en Santiago del Estero, por estar compuesta de pequeños centros urbanos, la forma organizativa del socialismo era una combinación de asociaciones de socorros mutuos con actividades de propaganda política. En las celebraciones del 1º de mayo, no faltaba algún discurso en italiano, matizado con actividades sociales y baile con orquesta.
La Sociedad Italiana, además de su programa del mutualismo, realizaba festivales y bailes en las fechas patrias italianas y argentinas. En el Zanjón se ubicó una importante colonia italiana dedicada especialmente a la agricultura: Alfonso Bilotti, Tomaso Bóbboli, Franceso Brescia, Eduardo Bucci, Donato Buenvecino, Franceso Cianferoni, Antonio Congiu, Alessandro Del Vitto, Giovanni Di Lullo, Giuseppe Maranzano, Bernardino Pettinichi, Enrico Quatrini, Césare y Leonidas Simonetti, Vittorio Yanucci, Yocca, entre otros. Cada 20 de setiembre celebraban el aniversario del arribo a Roma de las tropas de Víctor Manuel a las órdenes de Garibaldi. Lo mismo sucedía en Suncho Corral, en donde se destacaban Giovanni Barbieri, Aníbal Beltrame, Butazzoni,  Giuseppe Galizzi, Pernigotti, Michelle Pirro y Pietro Rimini que festejaban la fecha patria italiana con juegos populares como el palo enjabonado, la sortija y las tinajas. Los festejos terminaban a la noche con un gran baile social.
En Colonia Dora, según narra la crónica de El Liberal, el amanecer del XX de setiembre de 1903 fue saludado con bombas. El tren de las 6 trajo la orquesta contratada para los festejos y llegó también el vecindario de Herrera y Lugones. A las 9 llegó el convoy de zorras y carros conduciendo a la gente de Icaño que también fue saludada con vivas y aplausos. El acto se inauguró en una carpa instalada en el campo por la comisión organizadora con ayuda del inspector del ferrocarril Mr. Hemes. Don Antonio Giura, secretario de la comisión fue el orador. Luego habló el joven Carlos Lastra, estudiante de derecho hijo del fundador de la colonia, con sentidas frases de confraternidad italo-argentina. Una compacta columna recorrió las calles hasta la estación donde Ángela de Giura subió a un banco y pronunció una alocución patriótica en castellano con dejos de italiano, que hizo arrancar lágrimas a muchos de los presentes. De regreso se sirvió un lunch en la carpa. Para el almuerzo se trasladaron a la casa del comerciante Amado Neme pues el viento fuerte quería hacer volar la carpa. José Lastra, el administrador de la colonia y Antonio Giura habían sido el ‘alma de los festejos’. También Esteban Benetto y el inspector del tráfico del ferrocarril, Mr. Hemes, que viajó de Ceres para las fiestas. La población entera había sido embanderada. Todas las nacionalidades confraternizaban para los festejos italianos que, así, se transformaban en festejos de la comunidad toda.
La primera escuela de enseñanza del idioma italiano, bajo el patrocinio de la Sociedad Italiana, se inauguró el 5 de junio de 1932 bajo la dirección del profesor Mario Grandi. Si bien tuvo un período de vida efímera, resurgió en 1962 por acción del mismo profesor y de Amelio Buiatti y Ofelia Alcaraz.
Una de las producciones simbólicas más importantes de la Sociedad Italiana fue, sin dudas, su sede social, su edificio. Los socios persiguieron el sueño de habitar un edificio propio. Luego de su apertura los proyectos comenzaron a verse con más claridad.  La casa como punto de encuentro de los compatriotas en Santiago del Estero, era a la vez que el sitio donde se rendía a la patria lejana fervoroso culto, el local donde reunidos se cimentaban los lazos de la unión que debía ligar a los hijos de Italia, esfuerzo común de la colectividad italiana. Allí se instalaron canchas de bochas –deporte común en Italia- salas de juego y baile y un cine a cargo de la Compañía Cinematográfica del Norte, de Guillermo Renzi. Por iniciativa de la comisión directiva se construyó un panteón social en el cementerio de la capital.
Como primeras conclusiones podemos decir que la sociedad mutual, en Santiago del Estero como en otras partes del país, representaba la creación de la comunidad originaria, para protegerse frente a la muerte y a las adversidades de la vida, pero también para socializarse y divertirse. Las asociaciones surgieron no sólo por la necesidad de los inmigrantes de asociarse, sino también por la de los grupos dirigentes, que buscaban el prestigio social que daba el título de presidente o los cargos principales de estas entidades, compuestas en un principio exclusivamente por hombres, aunque destacamos la excepción de Frías cuya asociación fue presidida por una mujer. El ocio, la conversación, los juegos de cartas o de bochas, el fumar, comer, conversar, leer el periódico o utilizar el servicio de peluquería constituían ámbitos de sociabilidad. 
Los intentos de conformar cooperativas, si bien no terminaron exitosamente en la provincia, sirvieron para remozar la idea  de la necesidad del mutualismo. Los grupos dirigentes, con el correr de los años se fueron complejizando. Conformados, especialmente en los cargos altos, por profesionales, comerciantes y sectores de la burguesía en asenso; estos cargos a su vez, les permitió, con el tiempo, ocupar posiciones políticas.  La herencia republicana traída de Italia la aplicaban al suelo que los cobijaba. Los grupos dirigentes fueron adquiriendo cierto grado de representatividad.
Las asociaciones constituían ámbitos de sociabilidad compartidos y lugares donde operaban clientelas derivadas de relaciones en el mundo laboral o simplemente en espacios comerciales. Un comerciante, un profesional, tenían sus clientes fuera de la sociedad pero convivían con ellos. La vida asociativa estaba así surcada por lazos horizontales y verticales por los que circulaban discursos y símbolos compartidos. Un lugar de interacción eran las fiestas patrias, los bailes, los espectáculos musicales o teatrales, las bandas de música. Por ello podemos concluir, que las asociaciones y los clubes sociales italianos eran instrumentos de ‘civilización’ y de reforzamiento de la identidad étnica.

Fuentes y Bibliografía
Castiglione, Antonio (2006): La inmigración italiana en Santiago del Estero, El Liberal, Santiago del Estero.
Devoto, Fernando (2004): Historia de la inmigración en la Argentina, Sudamericana, Buenos Aires.
Di Stefano, Roberto y otros (2002): De las cofradías a las organizaciones de la sociedad civil. Historia de la iniciativa asociativa en Argentina 1776-1990, Edilab, Buenos Aires.
El Liberal (1923), Santiago del Estero.
El Liberal (1948), Santiago del Estero.
Gramajo de Martínez Moreno, Amalia (2001) La inmigración italiana en Santiago del Estero, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires.
INDEC (1914), Censo de población, Buenos Aires.
Tenti, María Mercedes (2002): “El caso de Colonia Dora. Los orígenes de la colonización agrícola en Santiago del Estero”: en Nuevas Propuestas Nº 31  (Pág. 79-92); Universidad Católica de Santiago del Estero; Santiago del Estero.

  EL LIBERAL  31/7/2022 Santiago #HISTORIA ORÍGENES DEL FÚTBOL EN SANTIAGO DEL ESTERO Por María Mercedes Tenti. Especial para EL LIBERAL htt...