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domingo, 29 de julio de 2012

LA INDEPENDENCIA ARGENTINA


María Mercedes Tenti
El complejo proceso de revolución e independencia argentina se inició en 1810 y culminó en 1816, proceso que se abrió con la revolución de mayo, en Buenos Aires, dando paso a un nuevo orden político y  alcanzó su punto descollante con la declaración de la independencia, el 9 de julio en Tucumán, mostrando la apertura del poder revolucionario hacia ese interior que le había sido fiel y que había contribuido tanto a las guerras de la independencia.  El camino recorrido no fue fácil ya que tuvo que transitarse en medio de disputas entre los defensores y detractores de ese nuevo orden. La fragmentación de la antigua unidad virreinal fue una de sus consecuencias.
A pesar de la ruptura del antiguo régimen no lograba cristalizarse la independencia. Quizás el momento más radical de la revolución fue en 1813, en ocasión de celebrarse la Asamblea General Constituyente que, si bien no dictó una constitución, avanzó en la consolidación de la soberanía con la sanción de la libertad de prensa, la libertad de vientres, la extinción del tributo, de la mita y el yanaconazgo, la supresión de los títulos de nobleza y la exclusión de la fórmula de juramento de fidelidad al rey  Fernando VII.
A partir de entonces, la tensión entre la capital y el resto de las jurisdicciones fue una constante, tensión que obstaculizaba el camino hacia la emancipación. Pero, producido del regreso de Fernando VII al trono luego de la derrota de Napoleón Bonaparte, y de las circunstancias adversas en territorio americano, en particular porque los ejércitos nativos  habían sido derrotados en el norte y en Chile, los criollos vieron  la perentoria necesidad de reunirse en Tucumán, en 1816, para definir los destinos de esta nación en  formación.
Unos y otros, de una u otra manera, eran partícipes de este intrincado proceso: En las guerras de la independencia en contra del avance realista participaron criollos, indígenas y negros; En la Banda Oriental, Artigas comandaba a la población, que se organizaba a partir de verdaderas asambleas populares de la campaña; En el norte Martín Güemes impedía el avance español, con una guerra de guerrillas sostenida por sus gauchos  y en Cuyo, José de San Martín,  organizaba el ejército de los Andes con el aporte de toda la sociedad cuyana.
Mientras tanto, el Congreso, reunido en Tucumán, integrado por representantes de cada una de las regiones del antiguo virreinato -con excepción del litoral y de la Banda Oriental- debía decidir sobre cuestiones claves como la independencia, la forma de gobierno y la organización de la nación. El camino no era fácil. Sin estar en el seno del propio congreso, San Martín, desde Cuyo, y Belgrano, de paso por Tucumán, insistían en la necesidad de declarar la independencia.
El 9 de julio de 1816 se concretó el reconocimiento solemne de la independencia de los reyes de España, sus sucesores y metrópoli, tal como reza la declaración firmada por cada uno de los diputados asistentes. Diez días después, el 19 de julio, se agregó, a continuación de la propuesta de emancipación, “y de toda otra dominación extranjera”. Con ello se echaban por tierra los intentos de establecer un protectorado europeo.
La declaración revitalizaba la revolución en un momento de grave peligro por la embestida española. La independencia simbolizaba, políticamente, plasmar la voluntad de la nación de asumir plenamente la soberanía y conducir por sí su destino, sin sujeción a ningún poder exterior. Fue un paso fundamental para solidificar el poder político de la comunidad nacional, estructurado sobre la base de instituciones propias que la sostenían. Para ratificar esta decisión soberana, el 25 de julio el Congreso aprobó la bandera celeste y blanca, creada por Manuel Belgrano, como símbolo fundante de la nación.  
A pesar de las diferentes ideas imperantes entre los diputados, respecto a la forma de gobierno a adoptar, todos y cada uno de ellos fueron coherentes con el mandato dado por los pueblos a los que representaban y concretaron el principal objetivo del congreso: la independencia nacional. El 9 de julio de 1816 se puso fin, definitivamente, al orden colonial.
Los congresales ratificaron su voluntad de independencia de las “provincias unidas de Sud América”. ¿Por qué de Sud América? La Argentina, tal cual la concebimos hoy, todavía no estaba delimitada. La voluntad de la unión de los pueblos que componían el antiguo virreinato estaba vigente y trascendía sus fronteras; prueba de ello era la propuesta de Belgrano de una monarquía incaica para definir la forma de gobierno, y la posterior campaña libertadora de San Martín,  cruzando los Andes rumbo a Chile y navegando el Pacífico hacia el Perú, para lograr la independencia americana.
Hoy, frente a nuevas formas de penetración extranjera, frente a una economía globalizada que pretende condicionar las políticas nacionales, nuestros representantes deben ser también coherentes con el mandato dado por la ciudadanía, dejar de lado sus intereses partidarios y unirse en pos de consolidar la independencia nacional que costó tanto conseguirla y que cuesta aún más mantenerla.
¿Cuál es hoy, para los argentinos, la dimensión de la independencia en este mundo globalizado? Sin lugar a dudas la respuesta no es unívoca. Sin embargo, todos somos conscientes que deben estar presentes valores como consolidar la democracia, respetar las diferencias de opiniones e ideas, hacer más equitativa la distribución de los recursos públicos, fortalecer la autodeterminación de la Argentina como nación, reafirmando, permanentemente, el ejercicio de su soberanía. El camino está trazado y, con convicción, lo seguimos transitando.

Discurso pronunciado en el acto del 9 de julio de 2012

viernes, 27 de julio de 2012

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN


María Mercedes Tenti
Me toca presentar el Segundo Cuaderno de Investigación del Equipo Política y Ciudadanía en Santiago del Estero, continuación de una serie de publicaciones de este mismo grupo de trabajo, iniciado con el libro El protector ilustre y su régimen, compilado por María Isabel Silveti y continuado con el primer Cuaderno de Investigación, recién presentado, que tienen como eje o núcleo aglutinador los estudios sobre el juarismo en Santiago del Estero.
Aportan a este segundo cuaderno investigadores consolidados como Homero Saltalamacchia y Roberto Follari, además de la mencionada Marisa Silveti y jóvenes investigadores como la ya doctorada Celeste Schneyder y los doctorandos Ernesto Picco, Romina Cordero y Hernán Campos.
Procedentes de distintas disciplinas aportan, desde diversos ángulos y miradas, perspectivas de investigación,  teóricas y metodológicas orientadas todas a ampliar la visión del tema que les preocupa en esta provincia periférica, con características particulares, mostrando que el trabajo interdisciplinario es posible.
Tanto la presentación como los avances de investigación y el taller metodológico están centrados en el estudio del juarismo en su última etapa, como aporte para entender la política subnacional, según lo expresa Celeste Schnyder, presentando como particularidad el estudio de caso del funeral de Carlos Juárez como una contribución para entender la política local, sus redes y entramados, sus alianzas y su impacto en la sociedad.
El tema de la muerte, abordado especialmente a partir de la antropología, hoy ha trasvasado las fronteras de esta disciplina para entrecruzarse con casi todas las ciencias sociales y las humanidades. La historia, la sociología, la política, la psicología social, entre otras, recurren a esta cuestión con el propósito de entender acontecimientos y procesos.
El mundo de representaciones que se abre a partir de esta temática cruza el límite de lo particular para atravesar lo intercultural y lo universal. Sin embargo, el estudio de sus rituales y significados nos permitirá ver más allá de las exteriorizaciones para inferir otros aspectos que las trascienden y que tienen que ver con lo cultural en general y con la cultura política en particular, para el caso que nos interesa.
A partir de la descripción minuciosa de los momentos y circunstancias que arrancan con la muerte de Juárez, en una especie de cartografía espacial y temporal, Romina Cordero y Hernán Campos nos sitúan en el escenario mismo del ritual en el que sus protagonistas, cual actores de una trama, van dejando las huellas que serán interpretadas luego a posteriori de la representación. Interesa todo: las presencias, las ausencias, las expresiones, los cánticos, la ubicación de todos y cada uno, el entorno, el público. La observación participante es la técnica elegida por los autores a los efectos de plasmar el resultado de su investigación.
Esta introducción al tema de la muerte es utilizada por Ernesto Picco para analizar las muertes más significativas de políticos ocurridas en Santiago del Estero en las dos últimas décadas, a la luz de tres categorías teóricas: reivindicación, amenaza y oportunidad, entendidas cada una dentro del contexto temporal y político en que se produjeron: Benjamín Zavalía, César Iturre, Juan Rodrigo, Mario Bonacina, Fernando Lobo y Carlos Corbalán. La apropiación, significación y resignificación de cada una de estas muertes dependerá del momento y de las circunstancias políticas en que sucedieron.
Luego de estos desarrollos, María Isabel Silveti se formula una serie de preguntas que orientarán su investigación relacionada con las exequias y los factores que inciden en la mayor o menor importancia de las mismas, para formular y afirmar su hipótesis relacionada con las decisiones que toman los actores gubernamentales a la hora de intervenir sobre ellas.
Enmarcado en este desarrollo, el metodólogo Homero Saltalamacchia aprovecha los ejemplos precedentes para poner en el tapete una cuestión no siempre resuelta en el ámbito de las ciencias sociales que tiene que ver con los estudios de caso y su mayor o menor aporte, al no poder formular conclusiones generalizadoras y reducir la propuesta a una categoría marginal. Luego de un análisis epistemológico y metodológico propone su hipótesis sobre la posibilidad de producir teorías individuales que pueden servir para futuros estudios comparados, respaldando, de este modo, las investigaciones realizadas.
En la última parte del Cuaderno N° 2, además de un estado de la cuestión sobre el juarismo, realizado por Ernesto Picco, y consideraciones de Marisa Silveti sobre el trabajo con becarios, se trascribe la entrevista a Roberto Follari luego de la publicación de su libro La alternativa neopopulista, en la que el autor reflexiona sobre su postura respecto de esta categoría analítica, muchas veces tomada por otros autores en forma peyorativa. Señala las diferencias que, a su juicio, son un parte aguas entre populismo y neopopulismo tales como la radicalización ideológica de los segundos y el conservadurismo de los primeros, teniendo como elementos en común el antiliberalismo, el nacionalismo y el fenómeno popular de masas. Reafirma que el neopopulismo es una teoría de lo político y que la democracia neopopulista es más democrática que la liberal, por lo que, concluye, se debe repensar la democracia desde teorías que vayan más allá del liberalismo.
En síntesis este segundo cuaderno de investigación, complemento del primero, si bien avanza sobre la teoría sustentada en aquél -incorporando avances de investigación- no deja de lado los aspectos teórico-metodológicos que los sostienen. Con todo, no es un caso cerrado. Más bien estamos seguros que ambos cuadernos serán sólo el inicio de otros más que darán continuidad y relevancia a este esfuerzo mancomunado de investigar en equipo desde distintos ámbitos académicos, pero con un objetivo común.

Presentación en la UNIVERSIDAD NACIONAL DE SANTIAGO DEL ESTERO, junio de 2012 

  EL LIBERAL  31/7/2022 Santiago #HISTORIA ORÍGENES DEL FÚTBOL EN SANTIAGO DEL ESTERO Por María Mercedes Tenti. Especial para EL LIBERAL htt...