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viernes, 11 de mayo de 2018

LA AUTONOMÍA PROVINCIAL EN PERSPECTIVA HISTÓRICA







MARÍA MERCEDES TENTI: Dra. en Ciencias Sociales, investigadora, autora de “La formación de un estado periférico. Santiago del Estero (1876-1916)”
 “Fue Borges el que levantó la voz de protesta en contra del atropello del poder central”
¿Es posible identificar a qué tiempos se remontan los orígenes del federalismo santiagueño? ¿Qué tensiones fueron surgiendo en este sentido?
Resulta difícil discernir desde qué momento comienza a perfilarse el federalismo santiagueño. Quizás se remonte a los primeros despojos de la antigua ciudad de El Barco, luego de la refundada Santiago del Estero, con sus honras y méritos primero, con sus cambios de jurisdicción después, al quitársele la primacía de sede de la gobernación y del obispado. Con el virreinato creado por los Borbones pasó a depender de la gobernación intendencia de Salta, de allí sus vacilaciones en adherir, en primera instancia a la Junta Provisional de Mayo de 1810.
A partir de entonces, las tensiones afloraron. Primero, con la designación del representante santiagueño ante la Junta, por lo que, ante las protestas de Juan Francisco Borges por los manejos del partido capitular en la elección, tuvo que intervenir Castelli –a cargo del Ejército del Norte en Potosí- para designar un nuevo cabildo revolucionario, que convocó a nuevas elecciones de representante. Desde ese momento, la designación de cabildantes fue conflictiva y tuvieron que interponerse los diferentes gobiernos centrales. Santiago iba relegando la facultad de decidir sola su destino, la tendencia al autogobierno.
En esta primera etapa, fue Borges el que levantó la voz de protesta en contra del atropello del poder central, hecho que lo llevó a prisión y a la confiscación de bienes y honores. Con la creación de la Junta Subordinada y la nueva dependencia de Tucumán, los dos intentos autonomistas de Borges sintetizan el malestar reinante en algunos sectores sociales en ascenso en contra de la injerencia tucumana, por considerar a la provincia vecina con igualdad de derechos y también por lo que la propia dependencia significaba en lo económico, tributarle más impuestos, produciendo un vaciamiento en las mermadas arcas municipales. En realidad se trataba de una tendencia autonómica poco definida, que contaba con la adhesión de sectores urbanos del ‘pueblo’ santiagueño y que prácticamente concluyó con la muerte del líder en enero de 1817.
Los cambios en los gobiernos centrales no fue tomado por todas las ciudades de igual manera y la lucha por la defensa de las ideas artiguistas, que hegemonizaban lo que podríamos denominar el primer federalismo, no fue seguida por Santiago del Estero. Recién hacia fines de la segunda década del siglo, las fricciones entre ideas y hombres se agudizaron. Los acontecimientos se precipitaron con la creación de la República de Tucumán por parte de Bernabé Aráoz, con la anexión de Santiago, el reclamo del cabildo santiagueño y el pedido de auxilio al comandante de la frontera de Abipones, Juan Felipe Ibarra, que culminó con su victoria y la firma del acta de la autonomía provincial el 27 de abril de 1820. En este caso, los sectores sociales rurales que respondían a Ibarra, junto a sectores de la élite citadina, hicieron inclinar la balanza a favor de la configuración provincial. El autonomismo comunal adquiría dimensión provincial.
¿A partir de entonces es que Ibarra y la provincia comienzan a ser tomados como referentes del federalismo?
El espíritu federalista de Ibarra se puso de manifiesto con la adhesión al Pacto de Vinará, primero, y al Pacto Federal, después, y con la definición por el régimen federal ante el Congreso de 1824. Con la autonomía, se declaraba a la provincia como Estado independiente y soberano, pero parte de una nación preexistente. Fue recién con la sanción de la Constitución de 1853 y la participación destacada del diputado santiagueño Gorostiaga, con lo que se selló la adhesión a un régimen federal como parte de un Estado, que recién se unificaría a partir de 1862 y se consolidaría desde el 80.
Sin embargo, la confederación a la que aspiraba Artigas quedó lejos de las aspiraciones de las provincias por cuanto, luego de una débil solución federal-confederal, matizada  con guerras civiles, se sancionó un cuerpo constitucional que instauraba un Estado representativo, republicano y federal en la letra, pero atravesado por un fuerte presidencialismo y gran centralización de las decisiones en el poder central, tras un marcado cambio de orientación política.
En https://subidadelinea.com/2018/04/modos-de-pensar-la-autonomia-provincial/

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