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domingo, 20 de noviembre de 2011

EL TIEMPO HISTÓRICO

Por María Mercedes Tenti

LA TEMPORALIDAD 
Para Marc Bloch, la historia es ¨la ciencia de los hombres en el tiempo¨. El tiempo que concierne a los historiadores es el de los hombres y mujeres en su organización social, entendiendo la persistencia de dicha organización y la propia historia como proceso que crea lo humano. El tiempo histórico es sin duda, el tiempo de lo social[1]
El tiempo es fundamental para comprender la naturaleza de lo histórico. No se concibe un análisis historiográfico sin su situación temporal.

¨La historiografía tiene que captar el tiempo y hacer de él una entidad empírica que permita su medida, el análisis de su significado, y, en definitiva, muestre que la historia misma es un encadenamiento temporal inteligible y explicable¨ [2].

El comportamiento histórico es el que determina el tiempo y no a la inversa como aparentemente parece.

¨Explicar el tiempo es explicar el comportamiento histórico¨ [3].

EL TIEMPO PARA LOS HISTORIADORES
Para Sergio Bagú existen tres dimensiones de la temporalidad a tener en cuenta para el estudio de los seres humanos integrados en sociedades:

1.    El tiempo ordenado en secuencias o transcurso. Por ejemplo hay procesos  sociales iniciados hace poco tiempo mientras que otros comenzaron varias décadas o siglos atrás.
2.    El tiempo como espacio. Algunos sucesos ocurren en un espacio reducido, otros en una mayor superficie o en lugares distantes entre sí.
3.    El tiempo según su intensidad, es decir según la rapidez de los cambios. Algunos sucesos tienen un ritmo lento mientras que otros se suceden rápidamente.

También se puede distinguir entre el tiempo físico y el tiempo subjetivo. El primero tiene que ver con la datación, con la cronología, la búsqueda de una periodización; éste es un tiempo lineal. El segundo es el tiempo vivido, el tiempo subjetivo o simbólico, el ¨tiempo cultural¨. Según el último, cada sociedad concibe el tiempo a su manera, según su ritmo de vida social. En esta concepción circular del tiempo, el tiempo se incorpora a las cosas, a la realidad social.
El criterio de causalidad tiene que ver también con la concepción del tiempo. Para el positivismo, la causalidad lineal era acorde con la visión de la historia episódica que respondía a una visión del mundo ajustadamente causal y determinista.  Actualmente se considera una causalidad ¨estructural¨, ya que se parte de una visión integral de la sociedad, como un todo estructurado.
Frente a  cualquier concepción, el tiempo histórico debe ser concebido por los historiadores en forma múltiple, teniendo en cuenta distintas dimensiones temporales. Para este caso sirve el ejemplo de las tres dimensiones temporales enunciadas por Fernand Braudel:

3   La corta duración, la de los acontecimientos.
3   La media duración, la de la coyuntura.
3   La larga duración, la de las estructuras.

También se debe tener en cuenta la desigualdad de los ritmos de desarrollo de los procesos históricos. El tiempo en algunos casos da la sensación de transcurrir lentamente, mientras que en otros la velocidad de los cambios nos indica la sucesión de los acontecimientos.
Frente a un mismo tiempo cronológico pueden suceder distintos tiempos internos, aunque el verdadero tiempo histórico es el que se mide en cambios frente a la duración; la medida es interna no externa. Sin embargo el tiempo histórico mide ambos tiempos simultáneamente: es cuantitativo y cualitativo. Toma en cuenta el transcurso y el devenir, los cambios lentos y las rápidas modificaciones[4].


[1] Cardoso, 1.982; Pág. 196.
[2] Aróstegui, 1.995; Pág. 217.
[3] Ibídem.
[4] Cardoso, 1.982; Pág. 195.

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