María Mercedes Tenti
El complejo proceso de revolución e independencia argentina
se inició en 1810 y culminó en 1816, proceso que se abrió con la revolución de
mayo, en Buenos Aires, dando paso a un nuevo orden político y alcanzó su punto descollante con la declaración
de la independencia, el 9 de julio en Tucumán, mostrando la apertura del poder
revolucionario hacia ese interior que le había sido fiel y que había
contribuido tanto a las guerras de la independencia. El camino recorrido no fue fácil ya que tuvo
que transitarse en medio de disputas entre los defensores y detractores de ese
nuevo orden. La fragmentación de la antigua unidad virreinal fue una de sus
consecuencias.
A pesar de la ruptura del antiguo régimen no lograba
cristalizarse la independencia. Quizás el momento más radical de la revolución
fue en 1813, en ocasión de celebrarse la Asamblea General Constituyente que, si
bien no dictó una constitución, avanzó en la consolidación de la soberanía con
la sanción de la libertad de prensa, la libertad de vientres, la extinción del
tributo, de la mita y el yanaconazgo, la supresión de los títulos de nobleza y
la exclusión de la fórmula de juramento de fidelidad al rey Fernando VII.
A partir de entonces, la tensión entre la capital y el resto
de las jurisdicciones fue una constante, tensión que obstaculizaba el camino
hacia la emancipación. Pero, producido del regreso de Fernando VII al trono
luego de la derrota de Napoleón Bonaparte, y de las circunstancias adversas en
territorio americano, en particular porque los ejércitos nativos habían sido derrotados en el norte y en Chile,
los criollos vieron la perentoria
necesidad de reunirse en Tucumán, en 1816, para definir los destinos de esta
nación en formación.
Unos y otros, de una u otra manera, eran partícipes de este
intrincado proceso: En las guerras de la independencia en contra del avance
realista participaron criollos, indígenas y negros; En la Banda Oriental,
Artigas comandaba a la población, que se organizaba a partir de verdaderas
asambleas populares de la campaña; En el norte Martín Güemes impedía el avance español,
con una guerra de guerrillas sostenida por sus gauchos y en Cuyo, José de San Martín, organizaba el ejército de los Andes con el
aporte de toda la sociedad cuyana.
Mientras tanto, el Congreso, reunido en Tucumán, integrado
por representantes de cada una de las regiones del antiguo virreinato -con
excepción del litoral y de la Banda Oriental- debía decidir sobre cuestiones
claves como la independencia, la forma de gobierno y la organización de la
nación. El camino no era fácil. Sin estar en el seno del propio congreso, San
Martín, desde Cuyo, y Belgrano, de paso por Tucumán, insistían en la necesidad
de declarar la independencia.
El 9 de julio de 1816 se concretó el reconocimiento solemne
de la independencia de los reyes de España, sus sucesores y metrópoli, tal como
reza la declaración firmada por cada uno de los diputados asistentes. Diez días
después, el 19 de julio, se agregó, a continuación de la propuesta de
emancipación, “y de toda otra dominación extranjera”. Con ello se echaban por
tierra los intentos de establecer un protectorado europeo.
La declaración revitalizaba la revolución en un momento de
grave peligro por la embestida española. La independencia simbolizaba,
políticamente, plasmar la voluntad de la nación de asumir plenamente la
soberanía y conducir por sí su destino, sin sujeción a ningún poder exterior.
Fue un paso fundamental para solidificar el poder político de la comunidad
nacional, estructurado sobre la base de instituciones propias que la sostenían.
Para ratificar esta decisión soberana, el 25 de julio el Congreso aprobó la
bandera celeste y blanca, creada por Manuel Belgrano, como símbolo fundante de
la nación.
A pesar de las diferentes ideas imperantes entre los diputados,
respecto a la forma de gobierno a adoptar, todos y cada uno de ellos fueron
coherentes con el mandato dado por los pueblos a los que representaban y
concretaron el principal objetivo del congreso: la independencia nacional. El 9
de julio de 1816 se puso fin, definitivamente, al orden colonial.
Los congresales ratificaron su voluntad de independencia de
las “provincias unidas de Sud América”. ¿Por qué de Sud América? La Argentina,
tal cual la concebimos hoy, todavía no estaba delimitada. La voluntad de la unión
de los pueblos que componían el antiguo virreinato estaba vigente y trascendía
sus fronteras; prueba de ello era la propuesta de Belgrano de una monarquía
incaica para definir la forma de gobierno, y la posterior campaña libertadora
de San Martín, cruzando los Andes rumbo
a Chile y navegando el Pacífico hacia el Perú, para lograr la independencia
americana.
Hoy, frente a nuevas formas de penetración extranjera, frente
a una economía globalizada que pretende condicionar las políticas nacionales,
nuestros representantes deben ser también coherentes con el mandato dado por la
ciudadanía, dejar de lado sus intereses partidarios y unirse en pos de consolidar
la independencia nacional que costó tanto conseguirla y que cuesta aún más
mantenerla.
¿Cuál es hoy, para los argentinos, la dimensión de la
independencia en este mundo globalizado? Sin lugar a dudas la respuesta no es
unívoca. Sin embargo, todos somos conscientes que deben estar presentes valores
como consolidar la democracia, respetar las diferencias de opiniones e ideas,
hacer más equitativa la distribución de los recursos públicos, fortalecer la
autodeterminación de la Argentina como nación, reafirmando, permanentemente, el
ejercicio de su soberanía. El camino está trazado y, con convicción, lo seguimos
transitando.
Discurso pronunciado en el acto del 9 de julio de 2012
No lei nada, pero si tiene informacion de como fue el movimiento obrero en la Declaracion de la Independencia Argentina, me seria de mucha ayuda . Gracias!
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