Buscar este blog

miércoles, 28 de marzo de 2012

HISTORIA ORAL DE LAS PRÁCTICAS ESCOLARES


María Mereces Tenti

Trabajo Publicado en 2das. Jornadas de Investigación Educativa, Instituto Superior de Bellas Artes "Juan Yaparí", Consejo General de Educación, Santiago del Estero, 2006, pp. 168-174.





Fotografía de la Escuela N° 999, Depto. Choya, Santiago del Estero
Gentileza Carlota Fernández









Introducción
Diariamente nos enfrentamos a una profunda crisis cultural, de valores, de exclusión social y marginación, crisis política y de la cultura participativa, entre otras. A todas ellas no es ajena la universidad. La crisis permanente incide directamente en su funcionamiento y en la vida de la comunidad educativa toda. Asimismo, por tratarse la docencia de una actividad práctica, debe enfrentarse todos los días a problemas también prácticos[1], que se tratan de solucionar, a medida que se van produciendo. La enseñanza no está descontextualizada de la realidad; por el contrario está inmersa en ella.
En general la práctica profesional en la docencia es visualizada como algo factible de controlar, en donde los problemas se resuelven aplicando ciertos estándares predominantes, basados en el conocimiento profesional y fundamentado en una suerte de ‘racionalidad técnica’, propia de la epistemología constructivista. Sin embargo, en el medio hay una serie de ‘zonas oscuras’ en las que este tipo de racionalidad no es operativa para resolver problemas de la práctica docente. Surge una suerte de crisis de confianza en el conocimiento profesional y en la preparación de los profesionales.
En la presente comunicación se presenta el diseño de una actividad realizada como ‘parcial domiciliario’ de la cátedra Historia de la educación Latinoamérica y Argentina, en la carrera a distancia de Analista en gestión educativa de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, mediante la propuesta de indagar sobre las prácticas escolares y su evolución a lo largo de los últimos cincuenta años, aplicando la técnica de historia oral.
El propósito del mismo fue que los estudiantes construyeran a lo largo del proceso la noción de práctica educativa y que caracterizasen las prácticas imperantes a través del tiempo según las diferentes etapas y el contexto en que se desarrollaron. Teniendo en cuenta una de las condiciones que la escuela de Frankfut señala para sustentar la teoría crítica referida a la teoría educativa, se apuntó como finalidad del trabajo que los estudiantes puedan reconocer la necesidad de utilización de categorías interpretativas de los docentes, es decir, intentasen la comprensión de la evolución de las prácticas educativas en el período prefijado, a través de un aprendizaje significativo, recurriendo a la historia oral.
Las nuevas formas de enseñanza obligan a tender, no a la acumulación de conocimientos enciclopédicos (según el paradigma positivista), sino a la comprensión de los saberes desde distintas perspectivas. Se parte de dudas, de situaciones problemáticas, para apuntar a la búsqueda de respuestas a los planteos originales. A medida que se avanza en el proceso de enseñanza-aprendizaje (ambos términos son inseparables) los docentes debemos reflexionar sobre nuestras propias prácticas (investigación acción).
Los docentes también construimos nuestro propio conocimiento según el contexto en el que nos desenvolvemos. Así, la enseñanza se transforma en una actividad crítica que ayuda a pensar críticamente el orden social. La enseñanza no puede ser estandarizada, sino que varía según los grupos o individuos. Una enseñanza activa implica que el estudiante sea sujeto de su propio aprendizaje. Por su parte el profesor/a debe asumir un compromiso político respecto a la institución y al contexto social[2].

¿Por qué aplicar la historia oral en el aula?
Se puede decir que la historia oral “son las memorias y recuerdos de la gente viva sobre su pasado”[3], sujetas obviamente a las inseguridades y debilidades propias de la memoria humana; es la búsqueda de la memoria de las distintas generaciones. La historia oral es una metodología que se utiliza para reconstruir sucesos o modos de vida de una sociedad o grupo de personas y se realiza mediante el testimonio oral brindado por quienes vivieron durante el momento histórico que se pretende indagar.
La importancia del testimonio oral en la enseñanza radica en que se transforma en una fuente creada, como resultado de la interacción entre entrevistador y entrevistado[4]. Ayuda a los estudiantes a ubicarse dentro del contexto socio cultural en el que está inmerso, relacionándose con otros individuos e instituciones al buscar personas del entorno para entrevistar.
A través de la historia oral se pueden recuperar lugares y voces comunes que, a veces, pasan desapercibidas o se pierden por falta de registros; también se rescatan aspectos de la historia de la vida cotidiana, por lo general ausentes en la enseñanza de la historia. De la misma manera, permite a los estudiantes acercarse a las prácticas de investigación, desarrollando habilidades para la indagación.
La experiencia les facilita la aproximación a los actores históricos concretos, a la vez que los lleva a reconocer procesos como parte de su propia historia, fortaleciendo la concepción de historia contemporánea y del tiempo presente. Por tratarse de un trabajo colectivo, permite desarrollar actitudes cooperativas y aporta al logro de una mayor integración institucional y comunitaria.
Tanto el diseño de la investigación, como de las entrevistas y el informe final, obliga al estudiante a relacionarse con la producción del conocimiento, a estar en contacto con distintas fuentes (escritas, orales, icónicas) y a acercarse a las prácticas de investigación. También, al comprender la multiplicidad del tiempo histórico, le permite establecer una mayor relación entre pasado, presente y futuro que le servirá, en definitiva, para entender el para qué enseñar y aprender historia.
Actividades
 Para iniciar la actividad se propone que, a través de la metodología de la historia oral, los estudiantes reconstruyan qué cosas cambiaron y cuáles permanecen en las prácticas escolares durante los últimos cincuenta años. Se podrá centrar el estudio en una sola escuela y entrevistar a ex alumnos, docentes y directivos de hace cincuenta años hasta la actualidad. Si, en cambio, se trata de una institución relativamente nueva, se recurrirá a informes de personas mayores que se refieran a sus experiencias escolares en distintas instituciones educativas.

Aspectos a tener en cuenta al trabajar con el método de la historia oral:
La búsqueda de informantes deberá estar sujeta a la realidad de la comunidad y de quien investiga. Puede planificarse la realización de entrevistas a un número reducido de personas; aplicar el “método de la bola de nieve”, por el que se realizan entrevistas a partir de una persona que contacta con amigos o conocidos, o bien ejecutar una muestra estratificada de la comunidad que permitirá tener una visión de los factores sociales representativos de la misma4. Es conveniente que se entreviste a personas de, por lo menos, tres generaciones diferentes, para que se puedan advertir los cambios.
En la primera entrevista, exploratoria, deberá ir preparándose al entrevistado para que vaya recuperando los recuerdos y para que tome confianza. También podrán aportar con otro tipo de documentos para completar sus relatos, como fotografías, cuadernos de clases, etc.
Es conveniente preparar entrevistas semi estructuradas con una lista de temas y de posibles preguntas para tener presente al momento de realizar la entrevista. Durante la misma pueden surgir temas no previstos, de los que surjan nuevas preguntas a medida que evoluciona la charla con los entrevistados.
Será necesario también interiorizarse previamente sobre las características de la escuela y su contexto (socio-económico y cultural) en los últimos cincuenta años, para poder preparar las entrevistas con mayor conocimiento de la realidad. 
Las entrevistas podrán ser grabadas, fotografiadas o filmadas, según las posibilidades y la aceptación del entrevistado. De lo contrario deberá tomarse nota con ayuda de otra persona.
Como la relación entre entrevistador y entrevistado es una relación social debe primar, por parte del primero, una actitud de respeto permanente y no crear algún tipo de clima de conflicto con contradicciones u opiniones fuera de lugar, ya que se puede formar una barrera infranqueable y hacer fracasar la entrevista.
El encuentro debe ser preferentemente a solas por cuanto otras personas, familiares o extrañas, pueden interferir en la espontaneidad y veracidad de las respuestas. El entrevistado debe expresarse con total libertad y sin ningún tipo de censura. Por lo tanto, además de crear el clima adecuado, no se debe interrumpir, corregir ni debatir, sino que,  por el contrario, se le debe facilitar la libre expresión, respetando sus momentos de silencio y alentándolo a continuar con un gesto amable o una sonrisa.
El entrevistador debe ser un escucha perfecto, debe ser flexible y no pretender que la persona entrevistada siga al pie de la letra la secuencia prevista en la guía, ya que ella tiene que expresarse con libertad y con las variaciones propias del pensamiento y de los recuerdos que afloran en formas y circunstancias nunca predeterminadas.

Presentación del informe
Se deberá presentar un informe escrito que conste de:
Introducción: En ella se planteará el propósito de la investigación, los objetivos propuestos, la metodología y técnicas a emplear, cómo se seleccionó a los entrevistados, etc.
Desarrollo: Síntesis de las entrevistas, destacando los aspectos más importantes de las mismas. En caso de trascripción textual de las palabras del entrevistado, deberá ir entre comillas. El nombre del informante será explicitado sólo en caso de que el mismo diera su conformidad previa. Es interesante  consignar su edad aproximada y época en que ejerció la docencia o que asistió a la escuela. 
Conclusiones: Al finalizar se deberá extraer las  conclusiones del trabajo. Entre ellas, por ejemplo, se podrán consignar: fragmentos de los testimonios más interesantes, analizándolos; los cambios más importantes que se produjeron en la vida de la escuela destacando las prácticas que cambiaron y las que permanecieron; las causas de los cambios y las permanencias; las relaciones entre las modificaciones producidas en la escuela y el contexto histórico y social en el que éstos se produjeron, entre otros.
Otra forma de presentación: puede ser a través de una narración (relato) única sobre la historia de las prácticas escolares, seleccionando los momentos más significativos de cada entrevista.

Consideraciones finales

Educar hoy supone asumir un doble desafío: la escucha de lo que acontece y la búsqueda simultánea de otros modos de hacer de la universidad un lugar en donde sea posible nombrarse, crear y sostener la posibilidad de pensar y de alcanzar un aprendizaje significativo. Problematizar aquello que se nos presenta como hechos dados, inmodificables, nos abre la posibilidad de encarar nuevas pedagogías que ayuden a la formación de sujetos autónomos. Esto lleva a construir colectivamente una nueva concepción del aprendizaje.
Las estructuras que se tienen en cuenta a partir de la aplicación de la Historia oral, se encuentran en lugares muchas veces no tomados en consideración por la historiografía y a un nivel más complejo y profundo, que tiene que ver con rasgos que escapan la esfera de lo observable a simple vista y que recorre un camino entre lo biológico y lo cultural, pasando por zonas más profundas, indagando temas casi ignorados como podrían ser los comportamientos en la escuela. Con el acceso a la historia de lo cotidiano, a través de la historia oral, se puede obtener una serie de historias paralelas que se entrecruzan y condicionan a la vez que se ensamblan con los procesos históricos.

Bibliografía
-          Caplow, Theodore, La investigación sociológica; Barcelona; Laia; 1972.
-          Carr, Wilfred y Kemmis, Stephen: Teoría crítica de la enseñanza. La investigación-acción en la formación del profesorado; Barcelona; Martínez Roca; (1988).
-          Folguera, Pilar, Cómo se hace historia oral; Madrid; Eudema; 1994.
-          Niethammer, Lutz, “¿Para qué sirve la historia oral?”, en Aceves Lozano, Jorge (Compilador); Historia oral; (s.d.e.).
-          Pérez Gómez, Ángel “La función y formación del profesor/a en la enseñanza para la comprensión. Diferentes perspectivas”, en Gimeno, S. Y Pérez Gómez, A.: Comprender y transformar la enseñanza; Madrid; Morata, (1994).
-          Sitton Thad, Mehaffy, George y Davis, O. L., Historia oral; México;  Fondo de Cultura Económica; 1993.
-          Tenti de Laitán, María Mercedes “La historia oral¨, en El estado de las ciencias sociales en los umbrales del nuevo siglo, San Martín de los Andes (Neuquen), Asociación de docentes y técnicos argentinos en ciencias sociales; 1996.
-          Schwarzstein, Dora, Una introducción al uso de la historia oral en el aula; Fondo de Cultura Económica (1991).





[1] Car y Kemmis, p.  121.
[2] Pérez Gómez, P. 34.
[3] Sitton y otros, p. 12.
[4] Schwarzstein; p. 1.
5 Folguera, Pág. 28 y 29.

jueves, 22 de marzo de 2012

LA EPIDEMIA DE PARÁLISIS INFANTIL DE 1956 EN SANTIAGO DEL ESTERO CREACIÓN DEL INSTITUTO DE REHABILITACIÓN DEL LISIADO


por MARÍA MERCEDES TENTI
Publicado en El Liberal el 30 de agosto de 2006

A fines de 1955 una epidemia de ‘parálisis infantil’ (poliomielitis) se extendió por todo el país y provocó miles de muertes y cientos de chicos lisiados. El temor por el contagio del virus obligó a las autoridades provinciales a suspender el inicio de clases en Santiago del Estero, a comienzos del año siguiente, y a abordar, con mayor atención, algunas medidas preventivas relacionadas con la higiene. Presos del horror del contagio de sus hijos, padres y madres apelaban a recursos caseros como las bolsitas de alcanfor colgadas de los cuellos de los niños o a someterlos a vahos con agua de eucalipto.
Ante la aparición de nuevos casos, a partir de marzo de 1956,  se formaron brigadas, dirigidas por las asociaciones vecinales, con el propósito de realizar tareas de desinfección domiciliaria de veredas y calzadas y limpieza y quema de basuras, ante la presunción que con estas medidas se evitaba el contagio. La población respondía con sentido cabal frente a la epidemia mientras el obispo disponía rogativas y colectas. Si bien el brote se estabilizó en el invierno, con los primeros fríos la epidemia continuaba ya que todavía no se había comenzado a aplicar la primera vacuna, descubierta por el médico estadounidense Jonas Salk, luego mejorada y transformada en vacuna oral por Albert Sabin. 

A raíz de la enfermedad comenzó a plantearse la necesidad de conformar una Comisión de Lucha contra la Parálisis Infantil, con la idea de organizar un Instituto de Rehabilitación del Lisiado para la recuperación de los afectados por la poliomielitis y también para quienes hubiesen sufrido accidentes de trabajo, de tránsito, males espásticos, etc. que dejara secuelas en la motricidad.  La provincia era una de las primeras en plantarse esta iniciativa que, si bien era privada, contaba con el apoyo del gobierno provincial.
La comisión, integrada por personas de reconocido prestigio, estaba presidida por José F. L. Castiglione, actuaba como vicepresidente Guido Catella, tesorera Ángela Billaud de Espeche, secretario José Maranzano y vocales el Carlos Argañaraz, Lola de Sogga, Pilar Torres Tejerizo de Eberlé, Sara Zarbá y Ángela Capovilla de Reto.

El motor fue sin dudas José Castiglione quien, junto con los integrantes de la comisión, comenzó una colecta de fondos para habilitar el Instituto. Durante la primera mitad del año trabajaron febrilmente y, con los aportes de la comunidad, asociaciones y gobierno consiguieron finalmente inaugurar el Instituto de Rehabilitación del Lisiado el 31 de agosto de 1956, en el edificio de la Casa Cuna, sobre calle 24 de Septiembre. 

Pronto empezó a funcionar la institución con tres médicos de reconocido prestigio: Hernán Cortez, cirujano, Humberto Lugones, traumatólogo, y César Jiménez, pediatra. Un entusiasta equipo de trabajo completaba la primera planta del Instituto del Lisiado: Elsa Alonso, Elsa Curtet, Celia Bignau, Norma Giuliano de Fares, Margarita Tahan, Santos Cuba, Anita Di Lullo, Azucena del Valle Castillo, Elba Atía y Estela Uriarte Murillo. Se trataba, la mayoría, de gente joven imbuida de espíritu de colaboración y entrega, quienes, ad honórem, colaboraban con la tarea de la naciente institución. 
Detectada la enfermedad, los pacientes eran derivados al hospital Independencia, único centro en la provincia que contaba con pulmotor, conocido como ‘pulmón de acero’. Pasado el período agudo, eran asistidos en el Instituto del Lisiado mediante métodos convencionales en la época: hidroterapia en la pileta de Hubbar -en donde se los descontracturaba con agua caliente y masajes- y tratamiento diario de kinesiología. Como en el medio no había por entonces kinesiólogos titulados, los jóvenes integrantes del plantel -flamantes profesores  de Educación Física- se capacitaron en cursos intensivos realizados por Alpi en Santiago del Estero, Tucumán y Buenos Aires, con profesionales de reconocido prestigio.

El Instituto de Rehabilitación del Lisiado surgió como centro polivalente en el que se brindaba a los pacientes tratamiento de rehabilitación intensiva. Por lo general -según destaca el Prof. Cuba en entrevista realizada- el virus atacaba músculos cruzados y los importantes para la deambulación. Los enfermos quedaban con flacidez muscular y afectada la musculatura importante para la marcha; en consecuencia, dejaban de caminar. Con los tratamientos, algunos conseguían volver a desplazarse por sus propios medios, otros no. A todos se buscaba reinsertarlos en la comunidad a través de la escuela, laborterapia, (talleres de costura y carpintería) y, más adelante, actividades recreativas y deportivas. 

En lo referente a la rehabilitación deportiva, los profesores de educación física llevaron a nivel nacional el DPL (Deporte para Lisiados). En los encuentros regionales y nacionales los niños lisiados participaban activamente en básquet, lanzamiento de jabalina, disco y bala, carrera de atletismo en silla de ruedas, etc. “No se trataba de competiciones entre pares. Cada uno participaba y competía contra su propia planilla de valores, que le permitía ir superándose año a año”, afirma Cuba. De esta manera, el niño se sentía insertado en la sociedad. Con todo algunos, ya adolescentes o adultos, alcanzaron importantes títulos deportivos para la provincia, como Rolando Ruiz que participó en el seleccionado de básquet sobre ruedas que se clasificó subcampeón y campeón nacional y Ovidio Galván que se consagró campeón sudamericano de lanzamiento de jabalina (luego profesor en el taller de carpintería).
En el Instituto se trabajaba en forma de equipo interdisciplinario, en el que era importante la participación de todos y cada uno de sus integrantes. Colaboraban también las áreas psicopedagógica -a cargo de Ahída Butazzoni, asesora de la comisión central-, enfermería, con enfermeras formadas en la Cruz Roja, secretaría y servicios. La premisa que los unía era la vocación de servicio de todos, en forma conjunta, para una recuperación rápida y efectiva de los enfermos que pasaban por la institución. 

La entrega y dedicación puestas de manifiesto en la conformación del Instituto de Rehabilitación del Lisiado, en momentos críticos para la salud de la población santiagueña, hace reflexionar a Santos Cuba uno de sus protagonistas fundadores: “La vida es un encuentro: para encontrarnos, no para desencontrarnos; para solucionar los problemas más importantes, prioritarios. La vida es historia, recordación, memoria. Recordar el pasado, ponerlo en el presente para un mejor futuro. La vida es responsabilidad, individual, social y moral. Eso se ve en el Instituto de Rehabilitación del Lisiado”. 
Fuentes:
El Liberal (1956), Varios.
Entrevista a Santos Cuba.






domingo, 4 de marzo de 2012

BIBLIOTECA 9 DE JULIO, CASA DE CULTURA



por  MARÍA MERCEDES TENTI

Cuando en 1915 se creó la biblioteca 9 de julio como primera biblioteca estatal de la provincia de Santiago del Estero, en conmemoración al centenario de la declaración de la independencia, seguramente, quienes la concibieron no imaginaron la perdurabilidad a través del tiempo y la importancia que iba a adquirir con el paso de los años. La imaginaron como una biblioteca “científica, histórica y literaria” y sirvieron como base para su formación las bibliotecas existentes por entonces en la ciudad, pertenecientes al estado provincial: bibliotecas de la Legislatura, Corte de Justicia, Consejo de Educación y de las Oficinas de Límites y de Estadísticas, más los aportes de particulares. Se destinó como local el edificio que constituía la casa chalet perteneciente al gobierno de la provincia, situada en Av. Belgrano entre Sarmiento y San Martín. 
Desde su creación se pensó asignar una sección especial de obras de autores santiagueños y publicaciones de carácter oficial o particular, que se refiriesen a cuestiones específicas de Santiago del Estero, sección que, con el correr de los años, fue creciendo con nuevos volúmenes hasta transformarse en el mayor repositorio bibliográfico de autores santiagueños, en la actualidad, consultado permanentemente por estudiantes e investigadores. La élite intelectual de principios del siglo XX tenía, sin dudas, una visión a largo plazo, que iba más allá de la inmediatez de una creación conmemorativa. Se pensaba en aunar el patrimonio de distintas bibliotecas públicas, para conformar una mayor que contuviera un acervo bibliográfico de relevancia. La producción y circulación de libros de autores santiagueños, de una u otra manera, tuvo y tienen como epicentro la Biblioteca 9 de Julio. 
Ante la carencia de universidad se pensaba con su creación fomentar la extensión universitaria por medio de conferencias referidas a estudios científicos, históricos, educacionales, de artes y letras y de las riquezas naturales e industriales de la provincia. La biblioteca tenía que funcionar como un verdadero centro de difusión de cultura y debía albergar a todo el espectro intelectual, sin distinciones políticas ni religiosas. Primero, fue una Comisión Administrativa ad-honorem -compuesta por las principales autoridades provinciales y municipales- quien llevó adelante la conducción y administración de fondos del nuevo centro cultural; con el tiempo, su personal se fue integrando con empleados y funcionarios públicos. 
Producida la denominada “Revolución Libertadora” se tomaron una serie de medidas en contra del peronismo derrocado, entre ellas, se confiscaron sus bienes, incluidos el local partidario sito en Buenos Aires, entre Avellaneda y 9 de Julio. Así, la biblioteca fue traslada al edificio que actualmente ocupa, antigua sede del partido peronista.
El patrimonio que alberga la Biblioteca 9 de Julio, de más de medio millón de volúmenes, la convierte en el mayor repositorio bibliográfico de la provincia. Si lugar a dudas la gran expansión se produjo con la irrupción de libros de texto de uso masivo. Sin embargo, las antiguas estanterías y anaqueles siguen albergando libros y más libros, de diferentes temas y disciplinas, que son consultados permanentemente por todo tipo de personas, de distintas edades y procedencias. Las colecciones y libros que atesora van desde aquellos de consulta frecuente y cotidiana, a otras de valor específico y de recurrencia restringida a unos pocos especialistas, a los denominados ‘raros y curiosos’, a los de muestra o de colección, entre los más destacados. Durante mucho tiempo los actos culturales organizados en la biblioteca marcaron un sello distintivo, hoy, el ‘avance’ de los libros sobre el espacio fue reduciendo la posibilidad de llevarlos a cabo.
Las comunidades de lectores que pasaron por sus salas merecen, sin dudas, un estudio particular para poder dimensionar cómo, una práctica privada como la lectura, se fue transformando en práctica pública. El público que pasó por sus salas, fue cambiando según los tiempos: primero grupos de intelectuales, principalmente, luego ampliado a sectores más variados y heterogéneos. De una u otra manera, siempre constituyó un espacio de socialización y encuentro, de grupos y generaciones.
La relación entre el libro y el lector produce una correspondencia particular que los vincula entre sí y diluye los lazos entre el plano intelectual y el de la realidad. Genera procesos de cambio de antiguos sistemas de representación y prácticas por nuevos sistemas surgidos a partir de la lectura. Ese poder vivificador y transformador de la lectura es el que permite la pervivencia de las sociedades en el tiempo, aún en nuevos soportes, como el electrónico o el audiovisual.
Un párrafo aparte merece el personal. A pesar de haber estado sujeto a los vaivenes políticos que jalonaron su vida institucional, con mayor o menor preparación, todos y cada uno de los integrantes de esa ‘familia’ que integran al interior de la institución, poco a poco fueron involucrándose en su vida íntima, al punto de llegar a sentirla como propia. Atentos y generosos, unos más y otros menos, pero todos dispuestos a brindar atención y orientación a quien lo requiera.
Si bien la antigua “9 de Julio” se fue modernizado con la inclusión de equipos de aire acondicionado y nuevas tecnologías, la biblioteca como centro de cultura santiagueña necesita instalaciones más amplias y modernas que garanticen la conservación y preservación del material bibliográfico, la seguridad del acervo que atesora y mayor comodidad, tanto para quienes trabajan como para quienes acuden a realizar investigaciones y lecturas.
La importancia simbólica de este centro de conocimiento y cultura santiagueños amerita la participación activa de sectores públicos y privados de la provincia, en acción colectiva, en pro de mejorar instalaciones y espacio. De este modo podrá cumplir, con mayor eficacia, su función de inclusión y de reproducción, incorporando nuevas tecnología, modernos soportes para inventarios, catalogación y registro, para ser consultados en el propio local o a través de la red de Internet que la conectará con todos los rincones de la provincia y del mundo.
Una biblioteca pública debe ser, en principio, un lugar para la difusión del libro. Sin embargo, los espacios y hábitos de lectura se modificaron con los cambios tecnológicos y hoy el desafío que enfrenta nuestro Centro de Cultura es brindar a sus lectores nuevos medios y espacios que hagan posible su inserción en un mundo, que cambia a ritmo vertiginoso. El futuro de la Biblioteca 9 de Julio está en manos de todos.

  EL LIBERAL  31/7/2022 Santiago #HISTORIA ORÍGENES DEL FÚTBOL EN SANTIAGO DEL ESTERO Por María Mercedes Tenti. Especial para EL LIBERAL htt...