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sábado, 22 de octubre de 2011

DEMONIO, RIQUEZA Y PODER. MITOS DE SANTIAGO DEL ESTERO Y TUCUMÁN de Griselda Barale y Rauúl Nader


Por María Mercedes Tenti


El trabajo de investigación Demonio, riqueza y poder, sobre  mitos del noroeste, en particular el de la ¨Estancia diabólica¨ en Santiago del Estero y el ¨Familiar¨ en Tucumán, en sus distintas versiones e interpretaciones, permite a Griselda Barale y Raúl Nader indagar sobre distintos aspectos de la cultura popular de la región, relacionados con hechos religiosos (que tienen que ver con la religiosidad popular), con acontecimientos históricos, con el ambiente físico, y en definitiva con la forma como se ven los individuos proyectados en el presente, tratando de construir, muchas veces como pueden, su futuro.
El esfuerzo es grande sin duda, ya que se trata de ahondar en un entramado social, producto de una sociedad, es decir en su cultura. Cultura en la que el símbolo ocupa un lugar importante y en la que lo simbólico no es un hecho individual sino, como afirman los autores, un hecho social y, en consecuencia, público y observable. Indagar el mito y lo simbólico, significa enfrentarse con algo que está oculto, subyacente, más allá de las exteriorizaciones o de las narraciones observables en forma directa. De allí la investigación, encarada desde distintas perspectivas analíticas.
Aquí el mito adquiere mayor importancia por cuanto es la forma a través de la cual los individuos pueden expresar por medio del lenguaje, un ¨mayor contenido simbólico¨. Como el mito es algo vivo y está presente en la vida de los hombres y de las mujeres desde sus orígenes, no sólo participa de la historia, sino que tiene su propia historia. El estudio de los mitos es encarado no solamente desde la categoría del propio universo mítico, sino también desde su proyección  en los individuos actuales.
El mito cuenta una historia sagrada y ejemplar, pero también plantea situaciones de crisis, de tensiones sociales, de injusticia. La verdad no estaría en lo que narra el mito, sino en la situación de injusticia. El mito adquiere así un carácter de denuncia. La verdad no está en lo que expresamente narra el mito, sino en lo que subyace en él. El mito le da a los individuos una visión propia de su entorno, de sus vidas, del mundo que los rodea. Los mitos anteceden las acciones de los seres humanos; desde su lenguaje simbólico les indican cómo establecerse en el mundo; constituyen modelos ejemplares de comportamiento para la vida humana.
Para Joseph Campbell, el mito cumple cuatro funciones importantes dentro de una cultura: 1º) Función mística: a través del mito el hombre puede acercarse a lo sagrado, al mundo de los dioses; 2º) Dimensión cosmológica: relacionada con la ciencia, el mito le proporciona al individuo un conocimiento especial sobre el mundo y sobre sí mismo; 3º) Función sociológica: el mito otorga un orden, un cosmos, y estipula particulares formas de vida y de relación entre los hombres; 4º) Función pedagógica: el mito puede enseñar cómo vivir una vida con un sentido y un fin último.
Los relatos de la  ¨estancia diabólica¨ con el toro diablo, la planta de plata o el toro Supay permiten vislumbrar un contexto geográfico y cultural, delimitado por los autores luego de sus investigaciones en archivos y de entrevistas a distintos estudiosos del tema y a antiguos pobladores de zonas próximas al escenario en donde se desarrollaron supuestamente los hechos transmitidos en forma oral y aún vigentes en el imaginario colectivo.
Paralelamente se van desgranando las formas de producción y de vida según las distintas actividades productivas, que tienden a explicar el relato mítico como un paradigma hermenéutico de lo que ocurrió en Santiago del Estero a lo largo de su historia: ¨la prosperidad inicial termina en la pobreza y el éxodo¨.  Esto se pone de manifiesto no sólo en los relatos míticos sino también en la interpretación de los historiadores. Hay muchas coincidencias: el paternalismo, la relación de dependencia de los obreros al patrón, la organización socio – económica, la personalidad del patrón de la estancia, con la que los autores de la obra trazan un paralelismo con la de Felipe Ibarra, etc.
En el noroeste está arraigada la creencia de que quien alcanza riquezas, fama, fortuna y poder es gracias a un pacto con el demonio. El origen probablemente podamos encontrarlo en la conquista española por los aportes de la religión católica. Para concretar el pacto, hay que superar unas pruebas de iniciación que son muerte y resurrección; muerte del viejo orden simbólico y resurrección a un nuevo orden simbólico con quien se realiza el pacto.
Con el Familiar sucede algo similar. El dueño del ingenio Santa Ana también consiguió su riqueza gracias a un pacto con el diablo; también un representante del demonio, perro o víbora, se alimenta de seres humanos. El mito tiende a comprender situaciones de riqueza desmesurada como en los ingenios del noroeste (aunque podrían ser también nuestros obrajes), y situaciones extremas de explotación y pobreza de los trabajadores. La desaparición de peones, la mayoría de las veces santiagueños, en las fauces del perro negro, diablo o mula negra, denuncia en el fondo la injusticia social. Fantasía y verdad se entremezclan.
Junto a la narración fantástica está el relato que deja traslucir la verdad de la explotación inhumana de los trabajadores, y así, en el fondo, pasa a ser una denuncia. El mito tiene, de este modo, un sentido social, pues muestra a la sociedad tradicional, campesina, amenazada por un sistema de dominación capitalista, llevado a cabo por extranjeros o personas ajenas a la región. El hombre del lugar deja de lado sus hábitos campesinos para convertirse en nómade, en peón golondrina.
Los autores sintetizan el sistema de oposiciones que permanece constante:
-          Pacto con el demonio, riqueza y pecado – Sacrificio, pureza, salvación, fin del pecado.
-          Abundancia – Pobreza.
-          Bienestar – Miedo y sufrimiento.
-          Paternalismo – Explotación.
Aquí encontramos el punto de confluencia de los dos mitos. Ambos describen un lugar paradisíaco, con riquezas naturales y cierto equilibrio social y ambos terminan con la miseria, la destrucción del paisaje y un gran desequilibrio social. El mito del forastero (inglés, porteño, etc.), portador del progreso,  está presente en los dos, al igual que el mito del pacto con el diablo.
Para los autores  el territorio de la estancia es el territorio de Santiago del Estero. La interpretación mítica a veces coincide  con la interpretación de los historiadores locales, de la historia provinciana. Trazan una correlación entre Nicu Argañaraz, el dueño de la estancia y Felipe Ibarra, el ¨dueño¨ de la provincia durante treinta años, el patrón de la gran estancia llamada Santiago del Estero.
Claude Lévi – Strauss, en Mito y significado se pregunta, cuando hay dos relatos de un mismo hecho, dónde concluye la mitología y comienza la historia. En ambos casos el relato comienza con un lugar paradisíaco, con abundantes riquezas naturales y una vida plácida y equilibrada y termina con la tristeza, el abandono, la miseria y el desequilibrio social.
El mito del paraíso perdido y la añoranza de un tiempo mejor, cobra vigencia. La vida de los seres humanos es como un juego permanente de pérdida y recuperación de lo sagrado. Lo humano está atravesado por lo trascendente y por fuerzas que no se pueden manejar. El paraíso que se puede construir desde un pacto con el diablo es un paraíso infernal cuya culminación será la muerte. El pecado de querer ser tan poderoso como Dios, de tener riqueza y poder, puede alcanzarse a través del pacto, pero su precio es la muerte.
Los relatos histórico y mítico se enfrentan en una estructura con marcadas oposiciones:
-          Comienzos ricos – finales pobres.
-          Equilibrio social – desequilibrio social.
-          Extranjeros – Lugareños.
-          Exterior – Interior.
-          Pactos provechosos – Sacrificios dolorosos.
-          Fertilidad – Aridez.
-          Comunidades organizadas – Éxodo.
-          Obediencia/protección – Desobediencia/Destrucción.
Los mitos obligan a hombres y mujeres ¨a enfrentarse con sus miedos, frustraciones, esperanzas y deseos más profundos¨, afirman los autores; ¨Los mitos poseen la capacidad de expresar las reglas de juego de una sociedad¨, agregan. El discurso mítico permite conocer cómo una sociedad se piensa a sí misma. Un mito más que ofrecer respuestas plantea preguntas. A través de él el hombre se piensa a sí mismo y puede encontrar salida a situaciones de injusticia por las que atraviesa.
Pensar la dimensión simbólica significa ¨ que no todo es fatalmente para siempre, que a la muerte le sigue la vida, que a la opresión le sigue la libertad, que a la ignorancia le sigue el conocimiento. Que al dolor y el sufrimiento pueden seguirle la paz y la felicidad¨. Ese es el mensaje esperanzado del mito.
Los rituales son una veta de gran riqueza para interpretar los hechos, tanto los reales como los existentes en el imaginario colectivo. Estas vetas atraviesan la vida política, social y doméstica y permean a las clases sociales y a los poderes públicos. Pueden desarrollarse en el campo o en la ciudad, y detrás de los comportamientos observables en la reproducción del ritual, hay en el interior prácticas colectivas que subyacen ocultas pero que se vislumbran.
El símbolo también ocupa un lugar importante en el estudio de una cultura. Lo simbólico no es un hecho privado, propio de las mentes de los sujetos, es por el contrario, un hecho social, y al serlo es observable. Lo simbólico si bien es parte de  los hechos históricos y sociales,  trasciende, se convierte en un segmento de hechos ahistóricos y pasa a ser parte del fundamento de una cultura. Lo simbólico surge como algo muy importante a tener en cuenta. Y el mito, a criterio de los autores, es una de las expresiones donde el lenguaje humano encuentra mayor contenido simbólico. Considerar al mito como algo vivo dentro del ámbito de una sociedad, implica el abordaje a un centro simbólico de gran contenido.
En el campo de la cultura popular, si bien parecen contrapuestos los planteos de la historia social (por naturaleza diacrónica) con los de la antropología (de carácter sincrónico), ambas se enriquecen entre sí, mientras la filosofía actúa como la intermediaria entre una y otra. Tomando conceptos de Edward Palmer Thompson, en el romance entre la antropología social y la historia social, la filosofía actúa como la Celestina. Aquí hay una concepción pluralista e interdisciplinaria de la ciencia.
La comprensión y recuperación de mitos y rituales de la cultura popular, ayudan a comprender las características sociales y culturales del pueblo que los crea. Permiten, no tanto la construcción de modelos explicativos, sino más bien la percepción de problemas antiguos con miradas renovadoras, la localización de nuevos problemas, el énfasis sobre normas o sistemas de valores y rituales, expresiones simbólicas de la autoridad, el control y la hegemonía, etc.
A veces las costumbres y los rituales, juntos con las manifestaciones de los mitos, son observados por los antropólogos desde arriba, desde su posición de clase,  arrancados de su contexto social y cultural y en algunos casos, comparados con otros pertenecientes a culturas y épocas distintas.
Lo que buscan Griselda Barale y Raúl Nader en esta obra es reexaminar antiguos mitos recogidos por la tradición oral y por otros autores, recrear versiones recientes de antiguos pobladores y hacerles nuevas preguntas tratando de recuperar las creencias que los inspiraron; recuperar pasados estados de conciencia, reconstruir la trama de las relaciones sociales entremezcladas en los mitos y buscar nuevas interpretaciones.
Los procesos de larga duración sólo pueden ser entendidos dentro del contexto de una sociedad cuya trama se origina en la suma de vidas domésticas. Algunos mecanismos propios de una sociedad pueden entenderse mejor a través del estudio de sus ritos y creencias. De esta manera se pueden recuperar distintos aspectos de la cultura popular. El diálogo entre disciplinas conexas se convierte así en una necesidad acuciante.

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