MARÍA MERCEDES TENTI
Entre 1876 y 1914 poco más de dos millones de italianos desembarcaron en Argentina, aunque buena parte de ellos retornó al cabo de un tiempo a su país de origen. Santiago del Estero no recibió demasiado caudal inmigratorio, a pesar de que se instaló a fines del siglo XIX una oficina con el propósito de alentar la radicación de extranjeros, agricultores especialmente. En el censo de 1914 había en la provincia 2.807 extranjeros, de los cuales 1.093 eran italianos. Si bien la inmigración fue escasa, en el período de la gran inmigración la mayoría de extranjeros que ingresaron a la provincia fueron italianos. El retraso en el ingreso de la inmigración en Santiago se debió a la demora en la construcción de vías férreas y a la poca inserción de la economía provincial en el mercado mundial capitalista.
Sobre los italianos radicados en Santiago escribieron Amalia Gramajo de Martínez Moreno y Antonio Castiglione, en esta última etapa. Como señala la primera, la entrada se produjo en cuatro áreas siguiendo el tendido de las vías férreas en la provincia. La primera a partir de 1873 con la construcción del ferrocarril Córdoba-Tucumán, procedente de Rosario: se ubicaron en Frías, Laprida, Zanjón, Contreras. La segunda área del sur al centro, con el trazado del ferrocarril Central Argentino y se ubicaron en Selva, Pinto, Icaño, Fernández, Beltrán, La Banda. La tercera área del Este-Centro, desde Santa Fe por la margen izquierda del río Salado (FC Gral. Belgrano), por el Chaco santiagueño: Tintina, Campo Gallo, Quimilí, Colonia Dora, Añatuya, Suncho Corral, Matará. La cuarta área del centro-sur, penetró por el FCCA por el sur desde Córdoba y se ubicaron en Ojo de Agua, Sumampa. También estuvieron quienes se establecieron en la capital de la provincia y en Termas de Río Hondo, provenientes de Tucumán.
En general, los italianos que quedaron en la Argentina generaron una gran cantidad y variedad de instituciones étnicas con objetivos que iban desde de la ayuda mutua a la enseñanza de la lengua italiana, pasando por la beneficencia, actividades deportivas y culturales. Las instituciones de inmigrantes desempeñaron un rol importante, si bien diverso, en el desarrollo de las comunidades italianas. En el proceso de adaptación al nuevo ambiente muchos adhirieron a una variedad de organizaciones.
Las instituciones en general eran abiertas, representativas y ligadas entre sí y contribuyeron a fortalecer el desarrollo de las comunidades. Las sociedades de ayuda mutua eran las más importantes. Los italianos se incorporaban a ellas en gran número y funcionaban como agencias de seguros, centros de actividades sociales y salvaguardas de algunas formas de la cultura de su patria de origen.
Surgieron dos tipos de asociaciones, las de base étnica y las de oficios o políticas. Las primeras asociaciones de carácter étnico en Santiago del Estero fueron la Sociedad Italiana Unione e Fratellanza, fundada el 26 de agosto de 1896 en la ciudad capital, aunque en la década del 80 se había formado una sociedad de las mismas características en la Estación Únzaga (Frías). Los fundadores de la Sociedad Italiana fueron entre otros, Eugenio Billoni, Antonio Barbieri, Guiseppe Bonacina, Giovanni Castiglione, Augusto De Mitri, Antonio Di Lucca, Giovanni Di Lullo, Cristanciano Falcione, Giusepe Filippa, Giovanni Maiuli, Miguel Maiuli, Pasquale Mayuli, Giovanni Pardi, Alfredo Ricci, Emilio Salvi, Cesare Simonetti, Rodolfo Tarchini, Ángelo y Vittorio Terrera, Cesare Viena y Andrea Vergottini.
No existen datos de los socios fundadores de la Sociedad de Socorros Mutuos entre Italianos de Frías, aunque Castiglione afirma que su primer presidente fue una mujer, Tudina Menghetti y que la integraban, entre otros, Francisco Monti y Luis Lasagna. En 1922 se fundó la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Cristóforo Colombo de La Banda, de corta duración. Su primera comisión directiva estaba integrada por Ángel Arpa, Santiago Catálfano, Arturo Venturini, Juan della Schiava, Ángel Sampieri y otros. En 1925 en Añatuya, un grupo de italianos fundó la Sociedad Italiana Príncipe Humberto de Savoia, entre sus fundadores se encontraban Pedro Varaldo, Ángel Bratti, Miguel Cavallo, Juan Cerutti, Vicenzo Oddo, Enrique Pincini, Rafael Ricci.
Poco entusiasmadas en la política o en las reivindicaciones de clase, estaban provistas de una fuerte solidaridad interclasista entre sus miembros. Sus socios eran italianos nacidos en cualquier lugar de la península itálica y entre sus objetivos, además de brindar ayuda mutua, estaba confraternizar entre los connacionales. El perfil social y ocupacional de sus miembros era también variado.
El carácter de las asociaciones era policlasista ya que nucleaba desde empresarios o profesionales a simples trabajadores no calificados. Esa coexistencia de sectores medios y bajos, de trabajadores manuales y no manuales está de acuerdo con la supremacía de la solidaridad étnica sobre la solidaridad de clases. Sin embargo, la mayoría de la elite dirigente de las asociaciones estaba compuesta por clases medias que ocupaban los principales cargos y trabajadores manuales en los cargos inferiores. Las causas por las cuales los trabajadores manuales, mayoritarios, elegían para dirigir a las instituciones preponderantemente a los trabajadores no manuales podrían estar vinculadas con motivos de prestigio y jerarquía social o con mayor disponibilidad de tiempo.
El fervor asociativo, que comenzó a expandirse desde la segunda mitad del XIX, engendró asociaciones con características nuevas que las distinguieron de las formas tradicionales de sociabilidad: fundamentalmente el carácter horizontal de las relaciones que se establecieron al interior de las mismas. Pero el hecho que las prácticas democráticas (asambleas y elecciones) cumplieran un papel central en su funcionamiento, no significa que en su interior no se formaran jerarquías y grupos de poder.
Un factor de peso en el origen de las asociaciones italianas -como en el caso de otras de características similares- fue el deseo de conservar rasgos de identidad acuñada en su país de origen: costumbres, tradiciones y una cultura propia. Los italianos en Argentina y en Santiago del Estero fueron adquiriendo cohesión como colectividad y conciencia como grupo étnico. Los aspectos políticos y religiosos eran excluidos de las actividades y deliberaciones, salvo las demostraciones de sentimientos patrióticos. En general eran sociedades pequeñas, si las comparamos con las del resto del país, que interactuaban a veces con las grandes sociedades nacionales.
Las sociedades de oficios dieron origen al movimiento socialista en Santiago del Estero, transformándose en instituciones de resistencia aunque sin abandonar la ayuda mutua. En 1898 se constituyó el Círculo Socialista de Obreros, conformado especialmente por italianos. El propulsor fue un italiano natural de Ancona, Pedro Piegiovanni que luego se trasladó a Buenos Aires. Ya en el siglo XX se fundaron Centros Socialistas en La Banda, Frías y Añatuya. En el Círculo de Santiago participaban italianos como Eugenio Pasarini, Fortunato Molinari, Gaspar César, Rómulo Rava y Tadeo Ugo. En La Banda Enio Cenci, Antonio Polarolo y Pedro Cacciolatti. En Frías, Domingo Minguetti, Domingo Collini, Humberto Niccólli y Carlos Negri. La Federación Socialista se ocupaba también de la naturalización de los extranjeros y, además de sus actividades políticas, de acciones de beneficencia como peluquería obrera, centro de ayuda mutua, cooperativa de trabajadores, etc.
El doble carácter de mutualismo y de defensa de intereses profesionales y políticos muestra la ambigüedad de los objetivos de la organización por tratarse, la mayoría de sus integrantes, de extranjeros. Con el paso del tiempo derivaron en transformarse en asociaciones gremiales y políticas. Podemos clasificarlas, siguiendo a Fernando Devoto, como sociedades de ayuda de raíz política. En general el socialismo estaba enmarcado en una línea de moderación y reforma y trató de impulsar el movimiento cooperativista, aunque sin mayores resultados en la provincia. Podemos decir que, en Santiago del Estero, por estar compuesta de pequeños centros urbanos, la forma organizativa del socialismo era una combinación de asociaciones de socorros mutuos con actividades de propaganda política. En las celebraciones del 1º de mayo, no faltaba algún discurso en italiano, matizado con actividades sociales y baile con orquesta.
La Sociedad Italiana, además de su programa del mutualismo, realizaba festivales y bailes en las fechas patrias italianas y argentinas. En el Zanjón se ubicó una importante colonia italiana dedicada especialmente a la agricultura: Alfonso Bilotti, Tomaso Bóbboli, Franceso Brescia, Eduardo Bucci, Donato Buenvecino, Franceso Cianferoni, Antonio Congiu, Alessandro Del Vitto, Giovanni Di Lullo, Giuseppe Maranzano, Bernardino Pettinichi, Enrico Quatrini, Césare y Leonidas Simonetti, Vittorio Yanucci, Yocca, entre otros. Cada 20 de setiembre celebraban el aniversario del arribo a Roma de las tropas de Víctor Manuel a las órdenes de Garibaldi. Lo mismo sucedía en Suncho Corral, en donde se destacaban Giovanni Barbieri, Aníbal Beltrame, Butazzoni, Giuseppe Galizzi, Pernigotti, Michelle Pirro y Pietro Rimini que festejaban la fecha patria italiana con juegos populares como el palo enjabonado, la sortija y las tinajas. Los festejos terminaban a la noche con un gran baile social.
En Colonia Dora, según narra la crónica de El Liberal, el amanecer del XX de setiembre de 1903 fue saludado con bombas. El tren de las 6 trajo la orquesta contratada para los festejos y llegó también el vecindario de Herrera y Lugones. A las 9 llegó el convoy de zorras y carros conduciendo a la gente de Icaño que también fue saludada con vivas y aplausos. El acto se inauguró en una carpa instalada en el campo por la comisión organizadora con ayuda del inspector del ferrocarril Mr. Hemes. Don Antonio Giura, secretario de la comisión fue el orador. Luego habló el joven Carlos Lastra, estudiante de derecho hijo del fundador de la colonia, con sentidas frases de confraternidad italo-argentina. Una compacta columna recorrió las calles hasta la estación donde Ángela de Giura subió a un banco y pronunció una alocución patriótica en castellano con dejos de italiano, que hizo arrancar lágrimas a muchos de los presentes. De regreso se sirvió un lunch en la carpa. Para el almuerzo se trasladaron a la casa del comerciante Amado Neme pues el viento fuerte quería hacer volar la carpa. José Lastra, el administrador de la colonia y Antonio Giura habían sido el ‘alma de los festejos’. También Esteban Benetto y el inspector del tráfico del ferrocarril, Mr. Hemes, que viajó de Ceres para las fiestas. La población entera había sido embanderada. Todas las nacionalidades confraternizaban para los festejos italianos que, así, se transformaban en festejos de la comunidad toda.
La primera escuela de enseñanza del idioma italiano, bajo el patrocinio de la Sociedad Italiana, se inauguró el 5 de junio de 1932 bajo la dirección del profesor Mario Grandi. Si bien tuvo un período de vida efímera, resurgió en 1962 por acción del mismo profesor y de Amelio Buiatti y Ofelia Alcaraz.
Una de las producciones simbólicas más importantes de la Sociedad Italiana fue, sin dudas, su sede social, su edificio. Los socios persiguieron el sueño de habitar un edificio propio. Luego de su apertura los proyectos comenzaron a verse con más claridad. La casa como punto de encuentro de los compatriotas en Santiago del Estero, era a la vez que el sitio donde se rendía a la patria lejana fervoroso culto, el local donde reunidos se cimentaban los lazos de la unión que debía ligar a los hijos de Italia, esfuerzo común de la colectividad italiana. Allí se instalaron canchas de bochas –deporte común en Italia- salas de juego y baile y un cine a cargo de la Compañía Cinematográfica del Norte, de Guillermo Renzi. Por iniciativa de la comisión directiva se construyó un panteón social en el cementerio de la capital.
Como primeras conclusiones podemos decir que la sociedad mutual, en Santiago del Estero como en otras partes del país, representaba la creación de la comunidad originaria, para protegerse frente a la muerte y a las adversidades de la vida, pero también para socializarse y divertirse. Las asociaciones surgieron no sólo por la necesidad de los inmigrantes de asociarse, sino también por la de los grupos dirigentes, que buscaban el prestigio social que daba el título de presidente o los cargos principales de estas entidades, compuestas en un principio exclusivamente por hombres, aunque destacamos la excepción de Frías cuya asociación fue presidida por una mujer. El ocio, la conversación, los juegos de cartas o de bochas, el fumar, comer, conversar, leer el periódico o utilizar el servicio de peluquería constituían ámbitos de sociabilidad.
Los intentos de conformar cooperativas, si bien no terminaron exitosamente en la provincia, sirvieron para remozar la idea de la necesidad del mutualismo. Los grupos dirigentes, con el correr de los años se fueron complejizando. Conformados, especialmente en los cargos altos, por profesionales, comerciantes y sectores de la burguesía en asenso; estos cargos a su vez, les permitió, con el tiempo, ocupar posiciones políticas. La herencia republicana traída de Italia la aplicaban al suelo que los cobijaba. Los grupos dirigentes fueron adquiriendo cierto grado de representatividad.
Las asociaciones constituían ámbitos de sociabilidad compartidos y lugares donde operaban clientelas derivadas de relaciones en el mundo laboral o simplemente en espacios comerciales. Un comerciante, un profesional, tenían sus clientes fuera de la sociedad pero convivían con ellos. La vida asociativa estaba así surcada por lazos horizontales y verticales por los que circulaban discursos y símbolos compartidos. Un lugar de interacción eran las fiestas patrias, los bailes, los espectáculos musicales o teatrales, las bandas de música. Por ello podemos concluir, que las asociaciones y los clubes sociales italianos eran instrumentos de ‘civilización’ y de reforzamiento de la identidad étnica.
Fuentes y Bibliografía
Castiglione, Antonio (2006): La inmigración italiana en Santiago del Estero, El Liberal, Santiago del Estero.
Devoto, Fernando (2004): Historia de la inmigración en la Argentina, Sudamericana, Buenos Aires.
Di Stefano, Roberto y otros (2002): De las cofradías a las organizaciones de la sociedad civil. Historia de la iniciativa asociativa en Argentina 1776-1990, Edilab, Buenos Aires.
El Liberal (1923), Santiago del Estero.
El Liberal (1948), Santiago del Estero.
Gramajo de Martínez Moreno, Amalia (2001) La inmigración italiana en Santiago del Estero, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires.
INDEC (1914), Censo de población, Buenos Aires.
Tenti, María Mercedes (2002): “El caso de Colonia Dora. Los orígenes de la colonización agrícola en Santiago del Estero”: en Nuevas Propuestas Nº 31 (Pág. 79-92); Universidad Católica de Santiago del Estero; Santiago del Estero.